Congreso examina el ‘poder en la sombra’ | España

Congreso examina el 'poder en la sombra' |  España

Félix Bolaños es ministro de la Presidencia desde hace 58 días y la derecha ya ha emitido su veredicto: que debe dimitir. Aún no habían transcurrido dos horas desde el primer parlamentario de Bolaños, pieza clave del nuevo gobierno, cuando el jueves se escuchó la primera solicitud de renuncia ante la Comisión Constitucional del Congreso. Macarena Olona, ​​la portavoz de Vox, lo solicitó en el acto y agregó que lo seguirá haciendo cada vez que la nueva ministra se presente en la Cámara. La estridencia de Olona bajó varios niveles cuando tuvo que intervenir el portavoz del PP, Cuca Gamarra, pero la conclusión fue la misma: Bolaños debe irse ahora. Roberto Uriarte, uno de los diputados de Podemos Unidos con un discurso más conciliador, produjo «cierto bochorno» de que «ya no se respete la cortesía de los cien días». El ministro se lo tomó estoicamente: “Nunca damos cien días ni cien horas a los socialistas.

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Hasta hace dos meses, Bolaños, como secretario general de la Presidencia del Gobierno, era una figura casi anónima para la ciudadanía y uno de los cargos más influyentes del séquito de Pedro Sánchez. Incluso ahora, su departamento no aparece en el puesto 13 en el orden jerárquico de ministerios. Pero Bolaños se ha convertido en el ministro con más peso político en el gobierno, el interlocutor habitual de los socios de Unidos Podemos y los grupos de oposición. Es solo ahora que su influencia está brillando en el centro de atención.

Los congresistas destacaron esto por primera vez el jueves y Olona aprovechó para describir lo que Bolaños llamaría una «historia de detectives»: un personaje que «se cuidó mucho de permanecer en las sombras» y que «apuñaló en el regreso» a Iván Redondo, asesor legal de Sánchez. «Gracias por darme tanta importancia», sonrió el ministro tras haber advertido al portavoz de Vox de futuros enfrentamientos dialécticos: «Nunca me encontrarás en el barro». Bolaños cumplió y luego prefirió ignorar a otro diputado de Vox, José María Sánchez, que había comenzado su discurso señalando al ministro mientras cuestionaba los asientos de la izquierda: “¿Eso es lo que encontraste?

El motivo aducido primero por Olona y luego por Gamarra para exigir la dimisión del novato Bolaños es el papel que se le atribuye como «artífice legal» de la declaración del primer estado de alerta anulado por el Tribunal Constitucional. La portavoz de Vox mostró el triunfo de haber llevado el recurso de apelación original de la condena a la Corte Constitucional y revisó la posición de su partido claramente expresada: fueron los primeros en pedirle al gobierno el estado de alerta, luego lo apoyaron en el Congreso. y posteriormente apelaron por inconstitucional. Bolaños defendió la decisión sin reservas. «Lo único que queríamos era salvar vidas y afectar los derechos individuales lo menos posible», dijo el ministro. El estado de excepción, fórmula que, según el Tribunal Constitucional, debería haber adoptado el gobierno, les habría conferido poderes «desorbitados y desproporcionados» que, subrayó, «no querían ni eran necesarios».

El cruce entre Bolaños y Gamarra fue duro, pero en un tono que incluso fue apreciado por el ministro, quien, al finalizar el encuentro, permaneció un rato charlando con el portavoz popular. Gamarra arrancó las trompetas hasta el final: “El estado de descomposición del Gobierno y, lo que es peor, el Estado avanza rápido. Luego justificó su negativa a renovar el Consejo del Poder Judicial con la ley vigente porque el Ejecutivo «pisotea la separación de poderes cada dos días». En la intervención inicial, dedicada a trazar las líneas de la política del ministerio, Bolaños ya había criticado al PP por su actitud de bloqueo, que repetiría en la respuesta. “No respetas la ley porque no te gusta, ¿puede haber un comportamiento más antidemocrático?”, Atacó el ministro. «No saben el daño que están haciendo a las instituciones, a la democracia ya su propio partido». Bolaños anunció que a partir del 20 de septiembre iniciaría contactos con todos los grupos parlamentarios para discutir presupuestos y apelar a su “sentido de Estado” ante el bloqueo institucional.

Las acusaciones contra el PP también fueron abundantes en el resto de la izquierda. «Lo hacen porque creen que el poder es de ellos por derecho», agregó Íñigo Errejón, de Más País, quien también rechazó que sean los jueces quienes nombran a los miembros del Poder Judicial porque «un poder que el Estado no puede elegir por sí mismo». Unidos Podemos insistir en defender que hay que buscar una solución que prive al PP del derecho de veto. Y su portavoz, Jaume Asens, utilizó una sola frase para meter el dedo en dos heridas de su socio a la vez: «Pedirle al PP que negocie es como pedirle empatía a las eléctricas».

Errejón y los separatistas también presionaron al ministro de Monarquía, pero Bolaños cerró la puerta, alzó la voz y proclamó: “Los socialistas tenemos un compromiso claro con la Monarquía Constitucional, la forma de Estado que ha garantizado la democracia. Hubo una pregunta que PP y Ciudadanos reiteraron, entre ellos: ¿Sánchez va a convocar por primera vez al debate sobre el Estado de la Nación? El ministro lo esquivó en voz alta.