Accidente de la línea 12: las dos muertes de Angie: el misterio detrás del hombre que vivía debajo del puente del metro colapsado

Accidente de la línea 12: las dos muertes de Angie: el misterio detrás del hombre que vivía debajo del puente del metro colapsado
Imagen del video donde aparece Miguel Córdova el 8 de mayo.RUIDO EN LA RED

Miguel Córdova quería estar muerto, sobre todo por su familia. Saber que había una lápida con su nombre en su pueblo, Olcuatitán (Tabasco), lo tranquilizó. Allí huyó a los seis años en un tráiler que lo dejó en el lago de Texcoco, a unos 30 kilómetros al noreste de la capital. Luego se fue a Guanajuato, Monterrey, Tijuana y así atravesó el resto de la República en busca de vida. Angie, como le gusta que la llamen en honor a su abuela Angélica, tiene 36 años. Vivía bajo la columna que estalló la noche de la tragedia del metro de la Ciudad de México, el 3 de mayo. Y hasta hace poco, además de haber muerto por su pueblo, era uno de esos invisibles de la capital, un pobre.

Más información

Angie ha pasado de la muerte a pagar un precio por su cabeza. Un canal de noticias mexicano Ruido en la red Lo entrevistó un día después del accidente como testigo de más de lo sucedido, pero su testimonio crítico, coherente y sensible, marcado por miles de comentarios en las redes, lo elevó al fenómeno viral. Angie se convirtió de repente en el hombre más famoso de la avenida Tláhuac. Y un empresario y ex subsecretario de Turismo de la capital, Simón Levy, llegó a ofrecer hasta 8.000 pesos (unos 400 dólares) a quienquiera que estuviese allí. Y como si de una criatura exótica se tratara, comenzó la caza.

Cuando se despertó la mañana después de aparecer en la prensa nacional, Angie no sabía qué estaba pasando. Se tomaron fotos con él, lo invitaron a comer. Nadie lo había tratado tan amablemente en su vida. La periodista que lo entrevistó en video ese día y lo siguió unos días después, Ruth Muñiz, cuenta a este diario que lo encontraron en choque. Un vecino de una tienda lo invitó a pasar y le prometió dinero, 15.000 pesos (750 dólares). “Para alguien que ha sido invisible durante tanto tiempo, no se siente bien. Tenía mucho miedo ”, recuerda Muñiz.

La noticia no tardó en llegar a Tabasco. Su familia había enterrado a Miguel Córdova hace siete años y ahora su rostro estaba en los titulares. Según familiares, la fiscalía les entregó en 2015 un cuerpo desmembrado con el nombre de Miguel, de similares características, incluso con el mismo tatuaje, pero con el rostro desfigurado. Estos días, las autoridades estatales han reabierto el expediente de investigación ante tal escándalo. Y su hermano Eusencio pidió en Twitter que lo encontraran «para ir a buscarlo».

Pero Angie no quería que nadie la buscara. Y tampoco quería el dinero. No confiaba en nadie, y mucho menos en su familia. De una segunda entrevista con Ruido en la redCórdova había huido desde muy pequeña por «problemas con su padre» que aún lo lastimaban. Proviene de una familia de nueve hermanos que apenas conocía y donde no había ni «un gramo de sal para echarle al taco». Su vida había sido la calle y así quería que continuara.

No está claro por qué Angie se escapó de casa. Su familia ha ofrecido distintas versiones de lo sucedido: que lo hizo a los 18 años, huyendo de un seminario de Tabasco por posible homicidio; otros lo vincularon a un problema de delincuencia organizada; otros con la muerte de su padre. Los testimonios de familiares se han multiplicado estos dos días y el número que son, su madre tenía 13 hermanos y hermanas. Denunció un problema de tierras con su familia y por eso estaban interesados ​​en su muerte. Le preguntó su hermano Eusencio a través de una entrevista en el canal de televisión. Milenio que si no quería regresar «sus razones lo atraparán», pero al menos llamará a su madre para decirle que está bien.

Lo único que parece seguro del viaje de Córdova es que no quería nada de lo que le pasó durante estas semanas. Las llamadas y los mensajes de ayuda cayeron en cascada en las bandejas de entrada de la cadena que lo hicieron famoso, y el medio intentó canalizar todo el apoyo. “Intentamos explicarle lo que estaba pasando y que había mucha gente que quería ayudarlo, incluso desde Estados Unidos le ofrecieron trabajo. Finalmente, nos informaron que había aceptado ir a un albergue donde lo ayudarían a comenzar una nueva vida ”, dice. La transmisión del video le había impedido dormir plácidamente en la calle sin ser perseguido.

Angie se ganaba la vida todos los días recogiendo latas y cartones y vendiéndolos, ganaba lo suficiente para comer, alrededor de 20 pesos (un dólar). La noche del colapso del metro, estaba con unos amigos a pocos metros de la viga que meció y aplastó el coche de la Línea 12, partido en dos, en el suelo, murieron 26 personas y casi 80 resultaron heridas. Había escuchado el ruido y había corrido para protegerse. Las imágenes de decenas de personas atrapadas y cientos corriendo desesperados, no se las podía quitar de la cabeza al día siguiente: «Vine a llorar desde La Nopalera». [estación de metro], porque pensé que hay gente que no se ha despedido de su familia y por alguna estupidez de nuestras autoridades que quieren sacar dinero a la bolsa, compran materiales de mala calidad ”, denunció en el video que lo hizo viral. Y sus palabras se han reproducido miles de veces en todas las plataformas.

“Estoy contento con cinco pesos, hago maravillas con eso. Un peso de tortilla, un peso de chilito. Y no está mal si entro a una cocina y les pido que me den un poco de sal y, si me dan un limón, hago dos tacos. Me quedan dos pesos para comprar un Tang [refresco en polvo] y pido agua en las gasolineras y me hago un refresco. Y me siento feliz. La tristeza está en mí, hay cosas que no se olvidan ”, dijo Angie pocos días después de que todo el país la buscara.

Esta semana, Muñiz recibió la noticia de que Angie había huido, aunque preferiría no especificar dónde por razones de seguridad para él. Algunos abogados estaban tratando de procesar su identificación perdida hace mucho tiempo para que pudiera buscar un trabajo mejor. Para ello fue necesario iniciar un proceso judicial en el que alegó que el certificado de defunción de Tabasco era falso. Que Miguel Córdova no estaba muerto. Pero lo que quería era desaparecer, enterrar su verdadero nombre. Vuelve a ser invisible.

Suscríbete aquí ala Boletin informativo de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la situación actual de este país