Adaptarse al clima

El rígido protocolo de la corte británica, con la pompa y solemnidad que caracterizan sus actos más representativos, Tuvo que adaptarse a las nuevas reglas de etiqueta establecidas por la pandemia.

La reina Isabel II presidió la sesión inaugural del Parlamento, uno de los actos más tradicionales y arraigados de la institución que, en esta ocasión, perdió gran parte de su fisonomía. Este año, la soberana no usó el carruaje real para moverse rodeada de su guardia, ni usó su ropa de gala ni su capa de armiño.

Por primera vez llegó en auto y eligió para la ocasión un vestido y un abrigo muy a tono con su estilo al que siempre se mantiene fiel, acompañada de zapatos cómodos y un bolso negro que siempre usa.

Completó su atuendo con un collar de perlas que es uno de sus favoritos y ha sacado de su joyero algunas de las piezas que más le significan. La histórica corona en oro macizo, cuajada de diamantes, rubíes, zafiros, esmeraldas y perlas que simbolizan su poder, descansaba a su lado sobre un cojín de terciopelo.

Como es la tradicion, la Reina leyó su discurso, que marca las pautas del programa de gobierno, ante la Cámara de los Lores, pero el número de asistentes se ha reducido significativamente. La obligación de cumplir con la normativa sanitaria imponía distancias y máscaras. El soberano fue la única excepción.