Bailando con Battiato | Opinión de Encarna Samitier

Bailando con Battiato |  Opinión de Encarna Samitier

Banderas a media asta en Catania, donde murió Franco Battiato en Milo, al pie del Etna; homenajes del presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, políticos y artistas … Italia está conmocionada por la muerte del más feo y extraordinario de sus cantantes.

En España, Franco Battiato fue odiado o amado. Sus detractores lo extrañaban. Porque fue un placer amar la música de este chico pálido de nariz enorme y vasos de pasta que nos hizo bailar con sus letras metafísicas. En los retratos publicados después de su visita, como le hubiera gustado decir, se recordaba que Battiato fue músico, poeta, compositor de ópera, cineasta, autor de palabras llenas de referencias culturales, diligente en la meditación, amante de las palabras tranquilas.

Cuando escuchamos “Nevsky Perspective”, no teníamos mucha idea de todo. Pero él estaba allí, misteriosamente transmitido, como las enseñanzas de sus maestros sufíes, por un artista heterodoxo, complejo y espiritual, que llenó los escenarios.

Diez mil personas bailaron con él, vestidas con las imposibles charreteras de los 80, durante una memorable velada de octubre en La Romareda, con Héroes del Silencio en el acto de apertura. Entonces no pensamos en cosas como su constante investigación o experimentación que lo llevaron al éxito fuera de los canales convencionales.

Simplemente, queríamos encontrar, con él, el centro de gravedad permanente. Que no han cambiado, que el deseo se ha hecho realidad, esas tres o cuatro cosas que deben ser inmutables.