Collins: el astronauta olvidado

Millones de personas aún recuerdan la emoción con la que el mundo contempló el momento en que un ser humano pisó la luna por primera vez. Entre los tres astronautas norteamericanos que lograron esta hazaña histórica, Michael Collins, que acaba de morir a los noventa años, es el que ha quedado más olvidado desde el 20 de julio de 1969.

Aunque realizó dos viajes al espacio alrededor del satélite, cuyas fases aún deslumbran por la noche y ha sido el sueño de todas las generaciones, Fue el único que no pisó suelo lunar.. Esto le restó popularidad, aunque conviene apresurar agregar que su carácter reservado y tímido siempre ha evitado la vanidad de sus compañeros, Neil Armstrong y Edwin Aldrin.


Por eso fue inmortalizado como un astronauta olvidado. Su intervención del módulo de comando del Apolo XI fue fundamental para el éxito de la operación. Mientras sus compañeros aparecían en televisores de los cinco continentes, levantando los brazos en señal de triunfo sobre un terreno sin precedentes, permaneció escondido detrás de los controles de la nave.

En esos interminables momentos fue el hombre más solitario de la historia. Allí permaneció varias horas, sin concesiones para dormir, esperando los complejos instrumentos y datos de navegación que garantizaban la seguridad del barco. Fueron muchas horas cruciales las que no le trajeron tanta admiración universal, pero sí el reconocimiento unánime de su capacidad, su inteligencia y su dominio de la responsabilidad que asumió.

Imagen del cometa Halley, vinculado a la lluvia de meteoros Acuáridas.

Nunca se preocupó por ser el más desconocido y el menos honrado. Siempre se ha resistido a la promoción de su memoria. Murió de cáncer que soportó con admirable tranquilidad. La misma que le permitió contemplar durante horas y horas la superficie del planeta que habitamos en su totalidad. Su orgullo era haber sido el ser humano que mejor contemplado la tierra en toda su amplitud y diversidad.

Y siempre reconoció que la encontraba maravillosa. Por eso, en estos tiempos en los que el futuro del planeta está tan amenazado, expresó que quien pueda contemplarlo tanto como pueda, nunca podrá causar deterioro. Fue su testamento para las nuevas y futuras generaciones esforzarse por preservarlo en toda su grandeza y belleza.