Cómo “una auténtica ruina incrustada en la vegetación” de León fue finalista del Premio de Intervención del Patrimonio Europeo | Arquitectura | Diseño de icono

Cómo “una auténtica ruina incrustada en la vegetación” de León fue finalista del Premio de Intervención del Patrimonio Europeo |  Arquitectura |  Diseño de icono

El Monasterio de San Pedro de Eslonza, espacio religioso que se empezó a construir en el siglo X por orden del rey García I y fue reconstruido en el XVI, era hasta hace poco una ruina a recuperar de la naturaleza. A lo largo de los siglos, la maleza y las raíces habían conquistado el monumento y sus muros se estaban derrumbando. Declarado Bien de Interés Cultural, el monasterio está situado cerca de Santa Olaja de Eslonza (60 vecinos), un pequeño barrio de Gradefes (940 habitantes, a 20 kilómetros de León), y estuvo irreconocible hasta que los arquitectos leoneses Andrés Rodríguez y Susana Valbuena asumieron la proyecto para rehabilitarlo.

El objetivo de los arquitectos era mostrar la importancia del edificio salvando los elementos que aún quedaban y defendiendo el patrimonio histórico de la provincia de León. Los integrantes del taller Rodríguez y Valbuena celebran hoy el resultado de una acción que ha revitalizado el monasterio y les depara una sorpresa: ser finalistas del premio europeo de intervención en patrimonio arquitectónico. Además, Rodríguez y Valbuena fueron el único equipo español en esta categoría.

Esta pareja se formó en Madrid. Pronto, querían regresar a su tierra: “Nuestra provincia nos echó”, dice. Aboga por «la elevación del territorio» recuperando el patrimonio, tantas veces en mal estado, que abunda en León. Proclama al equipo como “un dúo que trabaja para la provincia” y que sobrevivió a la crisis financiera de 2009 ya la actual crisis de salud gracias a la implicación de los diez empleados que integran la empresa. Rodríguez asegura que el patrimonio es un «gran olvidado» en esta zona y que incluso con acciones «humildes técnicas y económicas» se puede mejorar y salvaguardar para dar visibilidad a las ciudades en las que se ubica.

Vista general del monasterio, espacio religioso que se empezó a construir en el siglo X.Rodríguez Valbuena Arquitectos
Se retiraron un total de 3.000 toneladas de tierra y escombros para liberar los muros y consolidar los escalones y arcos del monumento.
Se retiraron un total de 3.000 toneladas de tierra y escombros para liberar los muros y consolidar los escalones y arcos del monumento.Rodríguez Valbuena Arquitectos

Las obras comenzaron en 2016, cuando San Pedro de Eslonza era “una auténtica ruina hundida en la vegetación”. Una de las primeras misiones del equipo fue identificar el rastro entre tanta maleza para reconocer dónde se había instalado el monasterio y qué lugares ocupaban sus elementos, muchos de los cuales ya estaban destruidos. Los arquitectos utilizaron la vigilancia arqueológica para extraer cinco metros bajo tierra y extraer un antiguo monasterio y apreciar el ábside de la iglesia. Se retiraron un total de 3000 toneladas de tierra o escombros para liberar los muros y consolidar los escalones, arcos y lugares singulares del monumento. De esta manera, los visitantes pueden caminar y apreciar cómo sería la antigua construcción. Los soportes de madera de los bosques gestionados de forma sostenible ayudaron a equilibrar los gruesos muros y motivaron a los arquitectos a intentar ubicar un punto de vista en uno de los bloques, aún respetuoso con el medio ambiente, para ver el plano de piso completo, una cruz latina, y los restos de los dos claustros del sur.

Según Valbuena, las expropiaciones, la indiferencia y las desamortizaciones hicieron que el monasterio perdiera sus partes más preciadas. El arquitecto también señala que el portal ha sido retirado y trasladado a otras iglesias de León, así como a varios arcos de gran importancia. «Al menos todavía está en la sociedad leonesa», se consuela. Por su parte, Rodríguez cree que la clave ha sido reforzar la seguridad de los muros sin perder «la esencia precaria». Por eso mimaban cada piedra que reubicaban en los huecos e incluso cuidaban la arena que se depositaba en el suelo. No queremos olvidar el origen sino mostrar cómo decayó ”, explica el León.

Uno de los primeros objetivos de los arquitectos fue identificar la huella entre tanta maleza para reconocer dónde se había instalado el monasterio y qué lugares ocupaban sus elementos.
Uno de los primeros objetivos de los arquitectos fue identificar la huella entre tanta maleza para reconocer dónde se había instalado el monasterio y qué lugares ocupaban sus elementos.Rodríguez Valbuena Arquitectos

La complejidad de las obras se vio agravada por las complicaciones administrativas, ya que dependían de subvenciones y debían adecuar sus fases a la disponibilidad de fondos. “El proceso de contratación administrativa dificulta el mantenimiento de un equipo en el campo, es complejo. Un monumento como este requiere unidad ”, explica la pareja. El Ministerio de Fomento les concedió 150.000 euros como parte del plan cultural 1,5%, ayudas a la conservación del patrimonio. La Consejería de Turismo y Cultura de la Junta de Castilla y León destinó 47.000 y 23.000 euros, a los que se sumaron otros 170.000 del Ayuntamiento de León. Rodríguez y Valbuena también acogen con satisfacción el apoyo económico, mucho menos sustancial pero más importante en proporción, que les ha concedido el Ayuntamiento de Gradefes.

El estilo arquitectónico que interpretaron, dicen, se basa en seguir el «lenguaje contemporáneo» y aplicarlo a lo que dice el corazón. “Usar otros lenguajes es mentir o fingir”, argumentan, y para eso tratan de respetar el medio ambiente e integrar el patrimonio que están trabajando en la naturaleza. Los autores defienden un «proceso de paisaje y dinamización de los elementos» para que, volviendo a su implicación territorial, genere un retorno al lugar donde se ubica. Las visitas guiadas organizadas por Gradefes, afirman con orgullo, ayudan a mostrar estos atractivos históricos que no rompen con las características de su entorno. «Es una intervención sencilla y respetuosa», afirman, con un criterio de discreción que respetaron incluso en las placas y paneles que se distribuyeron alrededor de estas ruinas recuperadas.

La anécdota del desenlace de los premios europeos, comentan, es «amable pero fuera de lugar», ya que ambos están acostumbrados a «la lucha constante y no el elogio». Por supuesto, nadie le quita la satisfacción tanto al reconocimiento de sus capacidades laborales como a su implicación en el territorio en el que trabaja: “Es una responsabilidad porque representamos una provincia y una historia.