Cuba en el corazón de Jazzaldia | Cultura

Cuba en el corazón de Jazzaldia |  Cultura

Las historias del jazz, el piano y la música cubana se han cruzado en numerosas ocasiones, escribiendo páginas memorables de la música popular del siglo XX. Pocas fusiones tan naturales como el jazz con el afrocubano, uno de los más antiguos del género, con referencias que se remontan a los años cuarenta, como Chano Pozo, Mario Bauzá o Cándido Camero, que ayudaron a sentar las bases de esta fusión que sobrevive. hoy con todas las diferentes formas de jazz latino. En la segunda jornada del Jazzaldia de este año, Cuba colonizó el escenario de la Plaza de la Trinidad, con la presencia plena de músicos cubanos en dos conciertos dirigidos por dos grandes nombres del piano: Gonzalo Rubalcaba y Chucho Valdés.

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Rubalcaba es uno de los pianistas más conmovedores de su generación, y en sus actuaciones en San Sebastián quedó claro que, a pesar de una trayectoria discográfica algo desigual en los últimos años, sigue siendo un músico extraordinario. Probablemente por razones logísticas debido a la pandemia, actuó a dúo con la cantante Aymee Nuviola, con quien soltó el año pasado. Viento y clima, un álbum grabado en Blue Note en Tokio con una banda completa. El formato de dúo llevó las canciones a un lugar completamente diferente al que hubiera sido con una banda, más íntimo, pero sin perder el pulso latino y la fuerza detrás de ellos. Versiones de boleros clásicos como Bésame muchoDos gardenias que los vehículos más intencionalmente festivos, como el Bemba colora hecho famoso por Celia Cruz, quien de la mano de Nuviola tocó la verbena popular. La cantante vivió grandes momentos, y la dificultad de subir esta música solo con el piano y la voz no es tarea fácil, pero hubo partes en las que la línea que separaba la excelencia latina y el concierto de chiringuito de verano se difuminaba. Por otro lado, como si fueran los sonidos de un concierto paralelo, los pasajes solistas de Rubalcaba fueron todos sensacionales, con un fraseo articulado, elocuente y brillante. Oro puro.

Los cubanos Gonzalo Rubalcaba y Aymee Nuviola, durante su actuación del jueves en la segunda jornada del Festival de Jazz de San Sebastián. Javier Etxezarreta / EFE

Chucho Valdés, que se incorporó al cartel del festival a última hora tras la cancelación de Mulatu Astatke, recibió el premio Donostiako Jazzaldia en el mismo escenario que su padre, el gran Bebo Valdés, 18 años antes. Quizás inspirado por la emoción del momento, y porque Chucho, ahora casi octogenario, parece estar todavía en gran forma musical, su concierto en San Sebastián recuerda sus mejores momentos; Valdés es un gran pianista, pero en directo se ha mostrado capaz de lo mejor y lo peor, según el día, muchas veces víctima de la tentación de caer en los excesos y de la pirotecnia que tan bien acogen determinados públicos. En Jazzaldia hubo algo de eso, unos pocos solos con muchas notas y poco contenido, pero no lo suficiente como para estropear el concierto en su conjunto, que tomaba el pulso cada vez que parecía que se iba a salirse de control.

El grupo también fue clave: formado por tres excelentes músicos cubanos afincados en Madrid, el contrabajista Reinier El negro Elizarde, el baterista Georvis Pico y el percusionista Pedro Pablo Rodríguez acompañaron a Valdés con verdadera maestría, haciendo del cuarteto un potente motor de ritmos latinos. Valdés y su gente pasaron por la guajira, el son, un homenaje a Chick Corea en forma de su clásico La Rumba d’Armando e incluso un mezclado estándares de jazz en los que Valdés ha encadenado clásicos solistas como Mi estupido corazon, mi novela, PersonasVals para Debby, antes de conducir a un Pero no para mí que interpretó a todo el grupo. Todo un recorrido por distintos episodios de la vida musical de Valdés o, lo que es casi lo mismo, del latin jazz de las últimas décadas.