El pájaro que descubrió el cero | Revisión de verano

El pájaro que descubrió el cero |  Revisión de verano

Seguimos ignorando si estamos solos en la galaxia, lo que puede dar miedo en tiempos de vértigo metafísico, pero cada vez está más claro que no estamos solos en la Tierra. Habilidades que alguna vez creímos que eran exclusivas de la especie humana (lenguaje y abstracción conceptual, conciencia, arte y matemáticas) inevitablemente tienen sus raíces en la noche evolutiva del tiempo. La evidencia sugiere que los neandertales hablaron, haciendo que otros linajes humanos se extinguieran, como el Homo erectus y su descendencia cada vez más rica. Nuestra capacidad de abstracción conceptual es solo una versión extendida de la de otros animales, y los últimos datos neurológicos indican claramente que la conciencia es un fenómeno bastante común en el mundo animal.

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En cuanto a las matemáticas, el mejor baño de humildad proviene de los pájaros, con especial mención a los cuervos. Veamos los últimos resultados antes de que todos vayan a degustar la extraordinaria paella de chiringuito. Tres neurobiólogos de la Universidad de Tübingen entrenaron a sus cuervos para distinguir una pequeña cantidad de objetos. Este talento se llama número, y es más frecuente de lo que uno quisiera creer. Los seres humanos y los cuervos tienen una «línea numérica» ​​incorporada en el cerebro en la que, por ejemplo, cinco objetos se muestran a la derecha de cuatro objetos, que a su vez están a la derecha de tres. Este precioso recurso mental es muy similar al derecho numérico natural que estudiamos en la escuela, excepto que no tienes que estudiar nada para manejarlo.

Un cuervo en un experimento de laboratorio de matemáticas.andreas nieder

La gran novedad de la encuesta es que incluye cero (ningún objeto) entre los problemas que tiene que resolver el ave. Uno de los cuervos no solo reconoció el cero, sino que lo colocó en el lugar que le corresponde en la recta numérica, en el mismo lugar donde lo puso nuestro profesor de matemáticas: a la izquierda del uno, más lejos del dos, más lejos del tres etcétera. Los investigadores incluso han logrado identificar neuronas específicas que reconocen cero. Para el lector actual, todo esto puede sonar trivial, pero la verdad es que le costó a la humanidad Dios y ayuda a encontrar cero, o un conjunto vacío, que es un concepto central en la teoría de números.

El concepto matemático de cero se originó, como casi todo lo demás, en la Sumeria mesopotámica hace 5.000 años, desde donde se extendió hacia el este, pero no hacia el oeste. Uno de los astrónomos indios más notables de la antigüedad, Brahmagupta, que vivió hace 2.600 años, definió el cero como resultado de restar un número de sí mismo, otra anécdota digna, un cuervo, ¿no crees? Los romanos, sin embargo, no lo sabían, y Europa solo incorporó el cero en sus sistemas numéricos gracias a los matemáticos árabes.

Existe alguna evidencia de que las abejas y los macacos entienden el concepto de cero, y ahora necesitamos agregar cuervos a ese podio, para que una de las nociones más abstractas de las matemáticas humanas tenga sus raíces en la biología del cerebro. Bonita reflexión para un 1 de agosto.

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