El viento y el terreno dificultan la extinción del incendio en Estepona | España

El viento y el terreno dificultan la extinción del incendio en Estepona |  España

El fuego está ganando la batalla a las fuerzas de extinción de incendios en Sierra Bermeja. El mal tiempo y el relieve accidentado de la zona montañosa que corona la Costa del Sol occidental imposibilitan en tierra la extinción de un incendio ya considerado intencionado. “Los asesinos serán perseguidos. Si hay un pirómano o dos, iremos a buscarlo ”, advirtió el presidente del Consejo, Juan Manuel Moreno (PP).

“Lo que estamos haciendo ahora es controlar el perímetro del fuego, acompañando el fuego, evitando que llegue a los nodos donde podría propagarse”, explicó Alejandro García, subdirector del Centro Regional Operativo del Plan Infoca, servicio de extinción de incendios forestales. «Podríamos multiplicar las medias por diez y tendríamos la misma eficiencia que hoy», admitió. Los recursos aéreos fueron, sólo durante el día, la única esperanza de contener, en terrenos prácticamente inaccesibles a medios mecánicos, las llamas que mataron el jueves a un bombero de 44 años.

Alrededor de las 16:30 horas de este viernes, casi una decena de aviones cruzaron el cielo sin descanso sobre el valle que constituye el río Padrón, que desemboca en la localidad costera de Estepona, la más afectada por el incendio. Al final de la pendiente paralela a un cauce poblado de granjas, la tierra árida y todavía cálida aguardaba frente a un horizonte de picos coronados por dos enormes nubes de pirocúmulos. Toda la comarca es una sucesión constante de barrancos, picos y laderas donde apenas hay llanura. El fuego es capaz de penetrar los rincones y recovecos de la cordillera y jugar con el viento para crear su propia dinámica que puede cambiar un frente en cuestión de minutos. Al mismo tiempo, se acercó una motocicleta para revisar los restos donde las llamas se detuvieron el jueves. “Mi novia tiene aquí una finca de fin de semana y me pidió que fuera a echarle un vistazo”, comentó el joven antes de darse la vuelta y desaparecer por la carretera a medio pavimentar. Varios coches se alineaban en las casas frente a limoneros medio quemados y fumarolas todavía activas en el suelo.

Muchos residentes desalojados el jueves de la subdivisión de Forest Hills, un grupo heterogéneo de casas con jardines y piscinas, regresaron el viernes después de que las fuerzas de seguridad levantaron cercas que cortaron el acceso al área. Mariana, de 65 años, regresó después de comer en la casa donde había vivido durante 44 años, antes de mudarse a Estepona en 2017. «Lo tengo en alquiler y ya vienen a verlo», se disculpa pidiendo a un trabajador que sea ella. está impaciente en la piscina para que recoja higos de la planta que ella no puede alcanzar. “Iban a venir ayer”, se rió, “pero les dije que si la veían no les gustaría.

La mujer ha experimentado una serie de incendios que siempre parecen amenazar y nunca llegan al pie de su aldea. La más formidable, además de la que aún emite humo a pocos kilómetros de la montaña, ocurrió en 2012. No llegó a Estepona, pero devastó 8.000 hectáreas de seis localidades desde Marbella hasta Mijas. «Vine con un pellizco en el estómago, pensé que no podíamos entrar, todo estaba cortado», dice. “Había muchas, muchas cenizas”, resume la odisea.

El mando de operaciones de Plan Infoca, el servicio andaluz de extinción de incendios, decidió este viernes retirar a la mayoría de los bomberos forestales desplegados sobre el terreno debido a las desfavorables condiciones que se agravaron a medida que avanzaba el post-mediodía. El incendio consumió casi 4.000 hectáreas de bosque y creó una nube peligrosa que obligó al personal de tierra a retirarse al flanco norte. Más de 900 habitantes de Genalguacil y Jubrique están confinados en sus hogares.

Solo 150 bomberos permanecieron en el suelo para contener durante la noche «uno de los incendios más complicados no solo de Andalucía, sino de España», en palabras de Alejandro García, subdirector del Centro Operativo Regional Infoca. Ante las desfavorables condiciones, se activó el nivel dos para el operativo de respuesta, lo que permitió a la Junta de Andalucía solicitar refuerzos extraordinarios a la Consejería de Transición Ecológica. Al menos 10 aviones y helicópteros viajaron a Málaga desde dos brigadas en Toledo y Cáceres.