Encuesta a boca de urna confirma la tendencia alcista de Fujimori en las elecciones peruanas | Internacional

Encuesta a boca de urna confirma la tendencia alcista de Fujimori en las elecciones peruanas |  Internacional
Algunos simpatizantes de Keiko Fujimori revisan sus celulares este domingo en Lima.PARDO GUADALUPE / AP

Las elecciones en Perú no tendrán un ganador claro hasta el último minuto. La igualdad es máxima. El resultado a la salida de Ipsos, publicado este domingo en televisión nada más cerrarse las urnas, muestra una igualdad técnica entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo. Según esta muestra, por la que se cuestionaron 30.000 votantes, la candidata de Fuerza Popular se sitúa seis puntos por delante de la maestra rural, 50,3% y 49,7% respectivamente, una distancia tan pequeña que es imposible ver quién es la verdadera ganadora. . El margen de error de la encuesta es del 3%, que es demasiado grande para un resultado tan ajustado.

Fujimori, candidata conservadora que se presenta por tercera vez a las elecciones, recibió los resultados de la encuesta en la sede de su partido en Lima, en la capital, en la ciudad. Pedro Castillo en Tacabamba, en la montaña, en el campo. Dos lugares diferentes para observar el país. Esto se notó en los resultados de las regiones, según esta encuesta. En los lugares donde cualquiera de los dos ganó, lo hizo con facilidad. En algunos casos afecta al 90% de los votos. Los resultados de otra encuesta de Ipsos se darán a conocer a la medianoche, esta vez un conteo rápido en las urnas. Una muestra representativa y proporcional, en teoría, que podría revelar un resultado casi definitivo. Su margen de error es del 1%.

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La campaña dividió al país en dos corrientes. La tensión fue máxima. Castillo, ganador de la primera vuelta (2,7 millones de votos, 19%), dominó las urnas la primera quincena, pero Fujimori volvió a la recta final. El resultado de esta encuesta a boca de urna refleja esta tendencia. Suele decirse que en Perú el favorito nunca gana. La hija de Alberto Fujimori (1,9 millones de votos en la primera vuelta, 13%), el autócrata que gobernó el país entre 1992 y 2000, ha estado hiperpresente desde que logró pasar a la segunda vuelta. Siempre que la televisión estaba encendida, ella aparecía en la pantalla con la camiseta de la selección peruana, su uniforme de campaña. Las vallas publicitarias en todo el país enviaron mensajes a su favor de una manera indirecta (aunque muy obvia) para eludir la ley electoral.

Su principal arma fue fomentar el temor ante una posible llegada de Castillo, que representa, para ella y el establishment peruano que la apoyó sin matices, una aventura hacia el comunismo y el estatismo económico. Fujimori, de 46 años, podría ser presidente en un momento en el que tiene menos capital político. Sus últimos cinco años de obstrucción al Congreso han dañado su imagen. Acusarla de lavado de dinero a un juez tampoco ayuda. Sin embargo, la oposición de gran parte del país a lo que representa Castillo la ha impulsado en las encuestas. Históricos anti-fujimoristas como el escritor Mario Vargas Llosa lo han apoyado.

El perfil de Castillo, un sindicalista de izquierda radical, ha sido mucho más bajo que el de su oponente, en parte por elección. El profesor de 51 años apenas ofrecía entrevistas y solo entraba de vez en cuando a una emisora ​​de radio de Lima para aclarar algunas de las polémicas que surgieron durante la campaña. Durante los mítines, se quejó de que no se respetaba la supuesta neutralidad hacia ciertos sectores de la sociedad. Su mayor esfuerzo en la recta final ha estado dedicado a intentar escapar de Vladimir Cerrón, el presidente del Partido Perú Libre, al que está ligado, más como invitado que como verdadero activista, un izquierdista dogmático y cercano a Cuba y Venezuela. . Castillo hizo un intento de último minuto para atraer a un votante urbano más concentrado, que podría verse tentado a votar a Fujimori como el mal menor.

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