Iván Duque: El paro nacional que derrocó al gobierno colombiano | Opinión
En la administración de Iván Duque todo fue de mal en peor. Una serie de errores, una falta de estrategia de comunicación y una falta de conexión con el pueblo colombiano ha llevado al país al borde de la peor crisis política de la historia reciente. Para entender la película, hay que ver tres fotografías.
1. La primera fotografía fue la erosión de la democracia colombiana. Por un lado, el Congreso funciona a media velocidad, es prácticamente inexistente. La virtualidad lo aisló de la sociedad y el control político desapareció. La desconexión está a tal nivel que algunos congresistas han viajado a Estados Unidos para vacunarse en medio de la crisis política. El Poder Judicial también opera a mediados de marzo, las oficinas permanecen cerradas y el Ejecutivo legisla por decreto, transgrediendo los poderes del estado de emergencia. En otras palabras, la democracia se ha evaporado gradualmente en Colombia. La consecuencia es que la gente salió a reclamar democracia. Las marchas y manifestaciones son un proceso de radicalización democrática.
2. Una gran crisis económica, en gran parte producto de la pandemia, pero también derivada de errores económicos que llevaron a la situación actual del país. Desempleo en torno al 15%, aumento de la pobreza y la pobreza extrema y la quiebra de decenas de pequeñas empresas. Ante esto, el gobierno propuso una reforma tributaria que castigaría al sector medio y asalariado. Fue la gota que colmó el vaso y la gente salió a la calle.
3. Un gobierno desconectado de la realidad. Ante la crisis social, el Gobierno respondió con lo que denominó asistencia militar, que en la práctica significó la entrega de tanques y tanques a las principales ciudades del país. Además, utilizó la vieja estrategia que pocas personas creen realmente: dijo que las protestas estaban infiltradas por grupos criminales y todo era una amenaza terrorista. Nada más alejado de la realidad.
Luego de ver las tres fotografías, la conclusión es una veintena de jóvenes asesinados a manos, presuntamente, de la policía colombiana, de manifestaciones y manifestaciones en varias ciudades del país y de un ejecutivo en crisis que ha sido explotado por la coalición de gobierno. . Además, en las últimas horas se vio obligado a retirar la reforma tributaria, que no desactivó el paro nacional. El ministro de Hacienda también dimitió y las movilizaciones tampoco se detuvieron.
Todo esto pudo ser evitado por el gobierno de Duque, porque el martes 27 de abril sabíamos que la reforma estaba muerta en el Congreso, la mayoría la había perdido el Ejecutivo. Sin embargo, continuó, desafiante. Luego, el sábado, salió en un discurso rodeado de militares, nuevamente provocador. Y el domingo, cuando vio la magnitud de la crisis, salió a retirar la reforma en un intento por desactivar la huelga.
Lo que sabemos, por el momento, es que el gobierno nacional ha desplegado una estrategia de diálogo con ciertos sectores para sacarlos de las manifestaciones. Con esto, aspira a desmantelar paulatinamente el desempleo. A su vez, organizaciones sociales llamaron a que continúe el paro y a una marcha hacia Bogotá. Aún no se sabe cuál será el resultado, pero se están viviendo momentos cruciales en el país. En unos días sabremos quién ganó la pelea, si el gobierno con su estrategia de desactivación o las organizaciones sociales con la intención de ir a Bogotá.
Nadie espera este nivel de protestas, ya que Colombia atraviesa el tercer pico de la pandemia, el más largo y el más mortífero. Sin embargo, el miedo al virus fue vencido por el hambre, la miseria y el enfado hacia la administración de Iván Duque y Uribismo. Colombia atraviesa una verdadera crisis política.
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