La lucha de unos abuelos por escuchar cantar a su nieto | Cultura

La lucha de unos abuelos por escuchar cantar a su nieto |  Cultura

Los abuelos alicantinos de Adrián Bruckner Gómez, vecino de Austria, soñaron con escuchar la privilegiada voz de su nieto durante el concierto de niños cantando vieneses este miércoles en la Catedral de Burgos. Por eso lleva meses pidiendo por telemática y telefónicamente las entradas para que la bisabuela, los dos abuelos y el hermano del joven artista asistan al concierto. La semana pasada, finalmente, la fundación del templo del octavo centenario les informó que la venta estaba abriendo, pero después de horas de espera en el teléfono, fue una gran decepción: no había más boletos. El apuñalamiento hundió la nostalgia del clan, que expuso su miseria en las redes sociales en busca del milagro. Está hecho. La escala de la demanda permitió al Ayuntamiento otorgarles cuatro pases para la fecha indicada.

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El gran conocedor de este tortuoso proceso se llama Arturo Gómez, orgulloso abuelo del cantante e irreductible en su lucha con los responsables del concierto en Burgos. El de 64 años se enteró en mayo de que el niño actuaría en Gothic Jewel en julio y se puso en contacto con la fundación, pidiéndoles que tuvieran en cuenta que son familiares de uno de los cantantes y que no querían ningún obsequio, pero para pagarles religiosamente. Gómez, de Castellón, obtuvo una respuesta clásica: «Os mantendremos informados». El horario avanzaba, la paciencia iba menguando y las noticias no aparecían. Los correos electrónicos que envió volvieron con inexactitudes y su sorpresa fue abrumadora cuando el 15 de julio le indicaron que podía comprarlos pero que no había forma de hacerlo de forma virtual. Gómez se alegra por «los burgaleses felices» que los han adquirido físicamente en el centro de peregrinaje, pero denuncia la omisión sufrida a pesar de su insistencia, sin preocuparse tanto por el lazo de sangre como por la injusticia de no haberle reservado entradas. tanto por adelantado.

Las quejas a través de canales formales no prosperaron y la tía de Adrián, Patricia, acudió a Twitter desesperada. El clamor de la red social hizo que rápidamente la afrenta llegara al ayuntamiento y la familia consiguió gratis cuatro entradas tan esperadas, aunque los Gómez reiteró que el problema no eran, precisamente, los 10 euros que costaban cada una. María Cruz Gómez, madre del niño cantante, celebra la noticia y lamenta el tiempo perdido por los ancianos, que no han visto a su nieto desde hace un año por culpa del coronavirus. La idea es entregar las entradas a Arturo, la abuela Mari Cruz Pallín, la bisabuela Josefina y el hermano de Adrián, Leonard, de ocho años y futuro corista. A ambos les une sus cualidades vocales, ya que el pequeño entrará en el selecto coro el próximo año, algo inusual ya que no suele haber voces de origen español en el grupo vienés. No van a coincidir, advierte su madre, porque «Adri tiene 13 años y a esta edad, por motivos puramente físicos porque su tono cambia, ya no cantan sobre niños». Por eso, agrega Arturo Gómez, aproveche el último, y casi el primero, tiempo para escuchar a su nieto, ya que solo él podía escuchar su voz en una excursión a Austria. La bisabuela, que vive en Madrid y está «muy cachonda», no tendría otra forma de hacerlo si se evapora la opción de Burgos.

Una de las grandes quejas de las actuaciones que se realizan en la centenaria catedral es que algunas de las entradas, generalmente las mejor ubicadas, están destinadas a las autoridades homenajeadas por la fundación. La burgalesa Ana Ortega ha censurado en sus redes sociales los «privilegios» de los invitados, ya que parte del público debe asistir a los conciertos en las pantallas laterales del templo. Ramón Lozano, gerente de comunicación de la entidad, dice que habrá 530 asientos en esta reunión y que se ha reservado un tercero para el uso de esta fundación privada. Las circunstancias molestaron al abuelo que luchaba, que se consoló por haber logrado su objetivo al «haber movido cielo y tierra».