La otra vacuna | Opinión de Fernando Baeta
Leí una perogrullada en WhatsApp: que el virus sigue activo, que está en movimiento entre abrazos, fiestas y bebidas, y que lo único que ha cambiado es que nos dieron permiso para salir a buscarlo. La gran idea también sería divertida si no fuera verdad. Porque la muerte no cesa, porque la semana pasada cayeron en España 600 personas por el virus y porque en ella morirán muchas más, las mismas que caerán en el peor de los casos la semana que viene. Celebrar la Nochevieja en mayo tiene su ca y deshacerse de la cabanga es casi imprescindible, pero seguir viviendo debería serlo aún más. Estamos a punto de convertirnos en trileros de la vida, engañándonos con la pelota, Cambie esas doce campanas por una unidad de cuidados intensivos sin vista al cielo.
Lo esencial es el otro, el que no hay laboratorio al que llegar: la vacuna contra la estupidez
Si sumamos un gobierno contradictorio a aquellos ciudadanos que dan muestras de imbecilidad reclinada que quieren dejar la estafa en manos de los tribunales o autonomías, el resultado solo puede sumirnos en una impotencia cósmica difícil de solucionar. Y estamos en esos. Aquí necesitábamos dos vacunas y la de Covid-19 no era la más importante; lo principal es lo otro, que no hay laboratorio al que llegar: la vacuna contra la estupidez. “Si la inteligencia es nuestra salvación, la estupidez es nuestra gran amenaza. Y por eso merece ser estudiado como si fuera una enfermedad ”, advirtió el filósofo José Antonio Marina.
No sé qué es peor, si el metraje del sábado pasado o la confusión que emana del ejecutivo. El grotesco espectáculo de Sánchez devolviendo a los corrales a su ministro de Justicia y el intercambio de palos entre ciertos compañeros del gobierno, la coalición o el partido confirma que esta otra vacuna es necesaria y también que o nos pican pronto, o lo peor está por venir.