La visita exprés pero «geoestratégica» de Emmanuel Macron a Mongolia

Después de los honores en la plaza central de Ulan Bator, bajo el sol poniente, tiene lugar el tete à tete en una yurta instalada en el interior del Palacio del Pueblo, sede del gobierno y del Parlamento. Aquí es donde el presidente de Mongolia, Ukhnaagiin Khürelsükh, recibe a Emmanuel Macron, el domingo 21 de mayo, en una visita tan breve como inédita, la primera de un presidente francés en este estado sin salida al mar entre Rusia y China.

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Apenas finalizada la cumbre del G7 en Hiroshima (Japón), Macron pretende hacer una parada aquí «geoestratégico», según su séquito, en el camino de regreso a París. Para el inquilino del Elíseo, la recomposición de las relaciones internacionales de poder, en marcha en el contexto de la guerra de Ucrania, puede abrir brechas diplomáticas, que deben explorarse en este país de 3,5 millones de habitantes, en gran parte desierto.

Por su parte, las autoridades mongolas esperan acentuar su «política del tercer vecino», que les empuja a implementar, para salir de la sombra de los dos países que la limitan, un acercamiento a Europa en primer lugar, o incluso la Estados Unidos, aunque estos socios parezcan lejanos, vistos desde las estepas que rodean la capital. El país vio su comercio con China, más del 80% de su comercio, muy severamente interrumpido en el punto álgido de la pandemia de Covid-19, cuando se cerraron las fronteras. Un verdadero shock para la población. Muy dependiente del carbón, Mongolia también pretende diversificar su suministro energético, mientras que Rusia le proporciona más de la mitad de su electricidad.

Ofrecer una alternativa

El ejecutivo francés destaca, por tanto, la“asunto muy importante” de desplazamiento, quince meses después de la invasión de Ucrania por Rusia. En primer lugar, sería «aflojar la presión ejercida sobre los vecinos de Rusia y abrirles la posibilidad de elegir sus opciones».

La visita pretende estar en línea con el fortalecimiento de las relaciones entre París y muchos «otros vecinos de Rusia» en Asia Central -con la reciente visita a París de los presidentes uzbeko y kazajo- o en el Cáucaso, donde Francia y los europeos intentan mediar entre Armenia y Azerbaiyán. La idea es, dicho sea de paso, ofrecer una alternativa, en un momento en que China desafía la autoridad en declive de Rusia en esta parte del mundo, como demostró esta semana la cumbre de Xian organizada por Pekín con los estados de Asia Central del antiguo imperio soviético.

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Más concretamente, la visita debería permitir reforzar la cooperación en varios campos, empezando por el medio ambiente y la energía. Mongolia es parte de la “estrategia de diversificación de suministros europeos para garantizar nuestra soberanía energética”subraya el Elíseo.

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