Las amenazas obligan a los políticos holandeses a buscar protección | Internacional

Decenas de políticos de Países Bajos cuentan con medidas de protección debido a las amenazas que reciben, en persona y desde las redes sociales. Según difundió el pasado 31 de agosto el programa televisivo de investigación holandés Zembla, al menos 41 diputados ―casi un tercio de los 150 miembros del Congreso― no pueden ejercer su labor con total libertad. El refuerzo de su seguridad abarca desde la protección de sus datos personales a la instalación de timbres de emergencia o sistemas de alarma en sus hogares.

Los servicios de inteligencia holandeses alertaron en su informe anual de 2022, presentado en abril de este año, del peligro para la sociedad derivado de las teorías ultras de la conspiración, además del riesgo de atentados del grupo terrorista Estado Islámico. A la vista de los datos recabados ahora por Zembla, la ministra de Justicia, Dilan Yeşilgöz-Zegerius ―en funciones, como el resto del Gobierno hasta las elecciones de noviembre― ha admitido, como recoge el propio programa, que la democracia del país “está bajo presión”.

La imagen que devuelve la investigación televisiva es chocante en una sociedad que se proclama abierta y tolerante. Pero el fenómeno no es nuevo y ha ido aumentando desde la pandemia del coronavirus. En 2022 hubo 1.125 denuncias por amenazas e intimidaciones dirigidas contra diputados y ministros, casi el doble de las registradas en 2021. La mitad de ellas se refería a ataques contra el líder de extrema derecha, Geert Wilders, jefe del Partido por la Libertad (PVV), pero hubo otros políticos señalados. Entre ellos, el primer ministro, Mark Rutte, supuestamente en la diana del crimen organizado.

Antorchas frente a la casa de una ministra

También fue objeto de amenazas la titular de Finanzas, la liberal de izquierda Sigrid Kaag, cuyo abandono de la política se debe, en gran parte, a las amenazas de muerte que recibió. Un hombre llamado Max van den B. se plantó en enero del año pasado frente a su casa con una antorcha encendida mientras emitía en directo la acción en las redes sociales. Conocido por su rechazo a las medidas de protección adoptadas por el Gobierno holandés contra la covid-19, fue detenido y condenado luego a cinco meses de cárcel. Kaag admitió en un programa de televisión que su familia temía por su vida y denunció también haber sido blanco de actitudes misóginas en un clima de crispación.

Desde entonces, y en especial desde la caída del Gobierno este julio por discrepancias en la política de asilo, una treintena larga de diputados de todo el arco parlamentario ha decidido abandonar la política activa. “La mayor de las amenazas llega a través de las redes sociales, además de las del crimen organizado que alcanzan a jueces, fiscales, abogados y periodistas”, dice Edwin Bakker, catedrático de Estudios sobre Seguridad y experto en terrorismo en la Universidad de Leiden. “De modo que son variadas y van en aumento y, en momentos de polarización como el actual, con las elecciones cercanas y la aparición de nuevos partidos, hay que prevenirlas”, continúa este profesor.

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En conversación telefónica, Bakker recuerda que en el Congreso hay ahora políticos, como los del Foro para la Democracia [de extrema derecha y encabezado por Thierry Baudet] que se pronuncian de un modo impensable hace una década. “[Dicen] cosas como que ‘llegará el día del juicio y seréis puestos contra el paredón”, prosigue este experto, “declaraciones que demonizan a otros grupos y colectivos en el propio hemiciclo”. Bakker recuerda cómo a Sigrid Kaag la han llamado bruja y cómo se prodigan las teorías de la conspiración de extrema derecha. “La falta de respeto”, continúa, “unida a una serie de activistas que intimidan a los políticos, tiene un efecto”. “Sin olvidar lo que ha ocurrido en Estados Unidos con esas teorías, que ciertos grupos interpretan como una forma de legitimación”, concluye.

Entre los ejemplos visibles de intimidación figura la presencia de una decena de granjeros frente al domicilio de Christianne van der Wal, encargada de la cartera de Naturaleza y Nitrógeno en el Ministerio de Agricultura. Tiene título de ministra en el organigrama gubernamental holandés, pero no es la titular del departamento. Contrarios al recorte de las emisiones de nitrógeno procedentes del campo, el grupo de manifestantes rompió el pasado junio la cadena de protección policial instalada frente a la casa de Van der Wal. Durante la acción, dañaron uno de los coches de las fuerzas del orden. Según los informes policiales, también vaciaron un tanque de estiércol en las cercanías del edificio y esparcieron pienso por el suelo. Ella no estaba en casa, pero sí su familia. Ocho personas fueron detenidas después por los agentes.

En junio de 2022, el diputado Wybren van Haga, que ha pasado por los liberales de derecha y por la extrema derecha y ahora es independiente, declaró a la prensa que un hombre había entrado en su hogar “gritando algo sobre una ametralladora”. El sujeto fue retenido hasta la llegada de la policía por los empleados de una empresa de seguridad que en ese momento estaban instalando una alarma a petición del político.

Acosadores “cabales”

No todas las amenazas son filmadas, como ocurrió con Kaag y Van der Wal. Hay también abusos verbales, insultos o frases humillantes sobre las enfermedades que se desean al acosado. La policía cuenta con una unidad especial denominada Equipo para Políticos Amenazados y, desde 2020, la Fiscalía holandesa eleva estos casos a los jueces para que sirvan de ejemplo. “Antes solían resolverse a puerta cerrada e imponiendo una multa o la obligación de cumplir un trabajo comunitario”, señala la página web del departamento fiscal. Añaden las mismas fuentes que, a veces, los acosadores en internet son “ciudadanos que pueden considerarse cabales, incluso pensionistas, que dicen haber actuado en un ataque de ira”.

En su informe de 2022, los servicios de inteligencia informaban de la existencia de grupos que defienden la tesis de la existencia de una “élite malvada”, enemiga del pueblo y que ostenta el poder. Formados en su mayoría por hombres jóvenes residentes dentro y fuera de Países Bajos, se mantienen en contacto a través de las redes sociales, desarrollan las mencionadas teorías de la conspiración y en algunos casos glorifican la violencia.

“No se había visto este ambiente antes en Países Bajos, y la extrema derecha, en especial, genera tensiones similares a las observadas en Estados Unidos, que pasan de las redes sociales al terreno político. Es un sentimiento antigubernamental azuzado por la pandemia que ha dejado este legado”, asegura Bakker. Formaciones recién presentadas —como el Nuevo Contrato Social, del exdemocristiano Pieter Omtzigt, la combinación entre la socialdemocracia y los verdes, liderada para los comicios de noviembre por Frans Timmermans, exvicepresidente de la Comisión Europea— “buscan apartarse de este tipo de comportamientos”, añade.

Las teorías de la conspiración, sin embargo, serán más difíciles de contener, según este experto. Dice que hay quien ha convertido las amenazas por internet en una forma de ganar dinero; una especie de subcultura difícil de desmantelar. “Hay individuos recluidos en lugares remotosque mezclan asuntos personales, ideas espirituales y antisistema. Y hay también grupos que se financian entre ellos e incluso pagan este tipo de intimidación, que incluye una violencia potencial con lazos en ambientes ultra en Estados Unidos y también en Europa”.

La ministra Yeşilgöz-Zegerius ha calificado de “increíblemente cobarde que haya quien diga todo tipo de cosas contra otros, sin atreverse a hacerlo en nombre propio y dando la cara”. Al mismo tiempo, aboga por abordar este problema a escala europea. Con vistas a las próximas elecciones holandesas, los servicios de seguridad están preparados para proteger a los candidatos, asegura Bakker.

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