Levantado el confinamiento por la matanza de Maine, aunque sigue sin haber rastro del asesino | Internacional

Michael Sauschuck, del Departamento de Seguridad Pública de Maine, este viernes en el Ayuntamiento de Lewinston.KEVIN LAMARQUE (REUTERS)

Las autoridades dieron este viernes por la tarde terminada la tarea de identificar a las 18 víctimas mortales de la matanza de Maine. Casi todos eran vecinos de Lewiston, escenario del tiroteo masivo, y tienen entre 14 y 76 años. Hicieron falta casi dos días para que llegara ese momento, casi 48 horas después de que el militar en la reserva Robert Card, de 40 años, irrumpiera el miércoles, poco antes de las 19:00, en la bolera Just-In-Time Recreation y abriera fuego con un rifle semiautomático para después conducir a través de la tranquila localidad de unos 40.000 habitantes, segunda en población del Estado, hasta el restaurante Schemengees, antes de darse a la fuga.

El sospechoso sigue en paradero desconocido y los pueblos de la zona estaban confinados desde entonces por precaución. Mike Sauschuck, del Departamento de Seguridad Pública de Maine, dio por terminado ese confinamiento durante una conferencia de prensa en el Ayuntamiento de Lewiston en la que también compartió los nombres y las fotos de los fallecidos, 16 hombres y dos mujeres. La vida, dijo Sauschuck, puede volver a los municipios de Lewiston, Lisbon ―donde se vio al sospechoso por última vez y donde este viernes los buzos rastrearon el curso del río Androscoggin―, Bowdoyn, lugar de la última residencia del sospechoso, y Monmouth, donde viven algunos familiares.

Lo único que queda prohibido desde este sábado y hasta nuevo aviso es la caza, casi una religión en este rincón de Estados Unidos. Y tiene sentido: si los centenares de agentes locales, del condado, estatales y federales desplegados aún buscan a un hombre “peligroso y fuertemente armado”, mejor evitar los disparos que puedan atemorizar a los vecinos y llevarles a llamar alarmados a la policía.

Hasta este viernes, solo ocho de los 18 fallecidos habían sido identificados: siete (seis hombres y una mujer) murieron en la bolera, y ocho varones, en el restaurante. Tres sucumbieron a sus heridas en el hospital aquella noche. Las autoridades se habían negado a dar o a confirmar ningún nombre, por respeto a las familias, aunque las historias de esos ocho primeros fueron emergiendo en los medios en estos días.

Hasta este viernes, tampoco había información sobre sus edades. Desde que se produjo el tiroteo masivo, esa era una de las preguntas insistentes de los reporteros, que buscaban despejar una terrible incógnita sembrada por las primeras informaciones, que hablaron de que en la bolera se estaba celebrando el miércoles un torneo infantil. Por suerte, esas sospechas se demostraron infundadas.

Entre las víctimas, hay un intérprete del lenguaje de signos, Joshua Seal, de 36 años, conocido en Maine porque trabajaba con algunos de los políticos locales más destacados y se convirtió en una presencia familiar en los hogares del Estado del noreste del país durante la pandemia; el gerente del Schmengees, Joe Walker, de 57 años, que se enfrentó al atacante con un cuchillo; o Bill Young, de 44 años, y uno de sus tres hijos, Aaron, de 14. Ambos estaban jugando a los bolos cuando Card entró con su arma, que compró en algún momento de este año pese a que en verano había sido puesto en vigilancia por un problema de salud mental.

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En ese lugar también murió Michael Deslauriers II (51 años). Su padre contó a una emisora local que antes de fallecer puso a salvo junto a un amigo a sus esposas y varios niños. El hombre también dijo que ambos “héroes” fueron asesinados poco después.

Seal, por su parte, estaba en el restaurante con otras tres personas sordas, Bryan MacFarlane (41), Billy Brackett (48) y Steve Vozzella (45). Estaban enfrascados en un torneo de cornhole, un juego de mesa local con un aire de familia con la petanca. En el Schmengees también estaba Arthur Strout, quien a sus 42 años era padre de cinco hijos, entretenido en una de las mesas de billar, otra de las atracciones que hacían del local, ahora clausurado, toda una institución para el ocio en Lewiston.

La lista la completan el matrimonio de septuagenarios formado por Robert y Lucille Violette, Tricia Asselin (53 años), cliente regular y empleada a tiempo parcial de la bolera, donde también fallecieron Thomas Ryan Conrad (34) y Jason Adam Walker (51), Peyton Brewer Ross , que acababa de ser padre a sus 40 años, Keith Mcneir, de 64 años, cuya familia difundió una foto de él navegando, y Ron Morin (55) y Maxx A. Hathaway (35), asesinados en el restaurante.

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