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Un afgano vende banderas talibanes en Kabul, Afganistán, el 3 de septiembre.TRINGER / EFE

De repente, en el aeropuerto de Kabul, Europa despertó a un huérfano. Fue más doloroso, porque esta vez el líder era normal. Mejor aún: prometió reencarnar a Franklin Roosevelt. Así, se ha reforzado la propuesta forjada durante la tormentosa convivencia con Donald Trump: lograr la «autonomía estratégica».

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Sacudido por el colapso, ahora converge para aplicar este concepto a través de una fuerza de intervención rápida. Para evitar lo que denuncia Josep Borrell: «¿Hemos podido asegurar el perímetro del aeropuerto de Kabul?: No», que ha dicho a los ministros en consejo. Urge recrearlo -ahora con 5.000 soldados- algo imprescindible para cualquier operación, incluso humanitaria. ¡Se pospuso desde que fue concebido durante Kosovo, en 1999! Luego se habló de 60 000. Nunca más una acción arriesgada sin esta protección.

Pero la clave es la política exterior a la que servirá. Después de la conmoción y la humillación, se volvió a poner. Las cinco demandas a los talibanes son una buena biblia: no hay base para el terrorismo; respetar los derechos humanos (especialmente las mujeres); Gobierno inclusivo; acceso libre y seguro a la ayuda humanitaria; libertad para salir del país. Si los hubieran criado antes … Si Trump los hubiera criado en lugar de rendirse, es decir, aceptando retirarse a cambio de un plato de lentejas. Puede influir en un país cuyo presupuesto depende en un 77% del exterior. Y tiene sentido coordinar las 27 misiones en una (Bruselas). Y crear una plataforma para los países vecinos, para hacerlos corresponsables, también de los flujos humanos.

Ideas similares vislumbraba estos días el Movimiento Europeo Español, en la UIMP de Santander. El período posterior a Afganistán será para la política exterior lo que la próxima generación para la unión fiscal o la vacunación comunitaria para la política de salud. «Como resultado de la crisis pandémica, las instituciones han tomado decisiones que han ido más allá de los tratados», concluyó el profesor Patxi Aldecoa, su presidente federal. Y ahora la Conferencia sobre el Futuro de Europa “debe dar forma a los cambios que se han producido”.

La conferencia integra gobiernos, instituciones y la sociedad civil organizada, y debería conducir a mejores tratados. Es muy tarde. Pero poco a poco se estira: su «esfuerzo debe continuar» porque «requiere la complicidad de la ciudadanía», rubricó el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. Europa dio saltos federales inusuales en 2020-2021. Y confirmó fracasos estrepitosos, como el de Afganistán, que exigen mayores avances. Para ellos.