Prince, la leyenda de lo impenetrable | Cultura

Prince, la leyenda de lo impenetrable |  Cultura

Pocas cosas tan frustrantes como intentar cubrir la música de Prince (1958-2016). Por su propia voluntad, por supuesto: desde su debut oficial en 1978, la autoexpresión ha prevalecido y ha ignorado los consejos externos; Se niega a acudir a productores o discográficas y confía en sus intuiciones. Que tuvieron éxito … hasta que dejaron de serlo. Sobre todo en sus últimos 20 años, donde alternaba discos potentes y caprichos o entregas mediocres. Sospecho que supo distinguirlos a la perfección: los primeros eran cebo para las discográficas que querían asegurar sus servicios (y no, no lo iban a pillar firmando un contrato de exclusividad otra vez); en otras ocasiones, eran documentos relativamente triviales que se distribuían en periódicos o se vendían por correo.

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La frustración surgió al saber que a priori se reservaban obras más interesantes, que se conocían a través de filtraciones, versiones en vivo o su reciclaje parcial a versiones oficiales. Pasó con camilla (actuaciones en falsete o manipuladas para imitar voces femeninas), Jardín de Roadhouse (con The Revolution) o, en otro nivel, colaboraciones con figuras como Miles Davis y Bonnie Raitt. Estacionamiento Bienvenido 2 América no es el más raro de todos. Grabado en 2010, iba a ser lanzado al año siguiente, coincidiendo con una gira americana del mismo nombre. La gira se llevó a cabo entre diciembre de 2010 y mayo de 2011. El álbum que se suponía que debía promocionar nunca salió a la luz. Hasta ahora: se lanzó, a través de Sony Legacy, este viernes.

Una posible explicación: Bienvenido 2 América contenía principalmente música íntima, no la más apropiada para lugares como Madison Square Garden en Nueva York o The Forum en California. Musicalmente, ofrece canguelo minimalista, con ocasionales riffs rock, ráfagas de rap y giros de jazz (de una canción: “Una de nuestras mejores exportaciones fue la música llamada jazz / ¿crees que la música de hoy durará?”). Al principio, la sensación es la de escuchar a un grupo reducido, concentrado, con una sección rítmica metronómica, Morris Hayes en refuerzo en los teclados (y detalles de producción) más un flexible trío de coristas. Como multiinstrumentista, no hay duda de que Prince controla los arreglos esqueléticos y la dirección general, aunque es significativo que 1010 (Rin Tin Tin), el único tema donde toca todo, es en definitiva el más banal.

Prince by Prince, portada del álbum ‘Welcome 2 America’. Pensilvania

La canción que da título al disco muestra su capacidad de sarcasmo, aunque ofrece una visión catastrófica del mundo creado por internet y los mitos fundadores de su país, todo dicho con el gravitar de un Gil Scott-Heron. Tampoco es que ofrezca soluciones, más allá de los llamados genéricos a la acción comunitaria (Y es) y alabado sea el único Dios (Misma página, libro diferente). Una sorpresa es que vuelve a reclamar los placeres del sexo, con este solemne himno al orgasmo femenino llamado Cuando ella venga. Como testigo de Jehová, se suponía que no podía compartir estas intimidades o las fechorías de Revisa el archivo: «Parece que tu novia / estaba en mi cama / me llamó / no había cita».

Estamos frente al Príncipe de la leyenda: alguien que va solo y que supera todas las expectativas. Bienvenido 2 América Contiene su versión de una pista de 2006 de Soul Asylum, una banda olvidada de su ciudad natal de Minneapolis. Es cierto que los modismos han cambiado más o menos grungeLevántate y sé fuerte renace aquí casi como una canción de iglesia. Cosas de Prince, ya sabes.