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‘¿Qué es un videoclub?’, se preguntarán hoy casi todos los menores de veinte años. Su desconocimiento se debe, en gran parte, a Caña de Hastingsel fundador de Netflix, que esta semana ha comenzado a decir adiós.

Hastings, que fue uno de los financiadores de la compañía en 1997, anunció esta semana que ya conocía el cargo de co-consejero delegado -el de máxima responsabilidad- y mejora como presidente ejecutivo.

Es el final de una era en el sector audiovisual, por lo que Hastings ha contribuido a la vista en este caso como una calcetina. Hace no tantos años, el cine dominó el sector, estaba bajo control de las grandes productoras de Hollywood y se consumía en las salas de proyección tradicionales, en vistas a los videoclubs o esperando con paciencia colgante años a que llegaran a las televisiones.

Los cambios liderados por Hastings en Netflix han sido decisivos: en sus comienzos, revolucionó el alquiler de películas con un servicio de envío a domicilio, qu’approvechó dos tecnologías emergentes: el DVD y la página web. Lo siguiente no es aún más importante: migrar el catálogo de películas a una plataforma ‘online’ de vídeo bajo demanda, el ‘streaming’. Todo ello acabó con Blockbuster, el gigante de los videoclubs, pero no se quedó ahí.

Netflix ha transformado el sector audiovisual con una apuesta reforzada por las series de televisión –con la compañía de otros, como HBO– y acabó por dominarlo con el paso definitivo: pasar de ser un proyecto del contenido de Hollywood a producir sus propias películas y series.

Hollywood, irreconciliables

Con todos estos cambios en apenas un cuarto de siglo, Hollywood es casi irreconocible: las películas más sonadas muchas veces ya no están bajo el paraguas de las grandes productores, los estrenos apenas duran en las salas, la gente prefiere el sofá de casa a la butaca, the series se devoraron y hasta los ‘Oscar’ se los quedan las producciones de Netflix y otras compañías de ‘streaming’.

El paso al costado de Hastings, de 62 años, tiene que ver con el momento del sector audiovisual: la transformación liderada por él ya ha conseguido y ahora la preocupación es la habilidad con otras compañías. En la última década, el pastel del ‘streaming’ se lo ha disputado un número creciente de compañías, con gran músculo tecnológico y de contenido: entre ellas, Amazon, Disney, HBO, Apple y Hulu.

“Hasta los fundadores tienen que evolucionar”, Hastings en el comunicado dijo en el que anunciaba el cambio. El poder ejecutivo quedará ahora en dos co consejeros delegados: Ted Sarandosque comparte esa responsabilidad desde 2020 con Hastings, y greg petershasta ahora director operative y piloto de uno de los grandes cambios de la compañía en los últimos tiempos.

Suscripciones y rentabilidad

Peters está detrás del nuevo plan para suscriptores con anuncios, creado el año pasado, que ha dejado claro que el número de suscripciones –Netflix cuenta con 230 millones– ya no es la única gran prioridad para estas plataformas: también es demostrar su rentabilidad frente a los inversores. La medida de imponer costes a los usuarios que comparten sus contraseñas con otros –se estima que 100 millones de usuarios ven Netflix así sin pagar–, que se pondrá en marcha a corto plazo, entra en el mismo sentido.

El vuelco ejecutivo en Netflix también ocurre después de un año complicado, en el que la plataforma perdió los receptores en los dos primeros trimestres, aunque con una gran mejora en el último, con la introducción de la opción con publicidad: 7.6 millones de clientes más.

La clave de todo, sin embargo, seguirá siendo el contenido: Netflix deberá seguir ofreciendo productos exitosos, como ha logrado colgante el último año con la cuarta temporada de ‘Stranger Things’, la nueva serie ‘Wednesday’, la nueva entrega de la película ‘Puñales por la espalda’ o el documental ‘Harry & Meghan’.

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