El gobierno subió el tono este martes ante la inédita crisis migratoria que estalló en Ceuta, donde llegaron más de 8.000 migrantes desde suelo marroquí, según el Ministerio del Interior. El ejecutivo habla abiertamente de «agresión» en las fronteras españolas y exige «respeto» al país vecino, pero hasta el momento no se ha contenido la llegada de migrantes, que comenzó en la madrugada del lunes. La crisis migratoria está entrando en plena tensión entre España y Marruecos debido a la recepción del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, hospitalizado en Logroño desde el 18 de abril afectado por el coronavirus. Ghali llegó a España con una identidad falsa, Mohamed Benbatouche, y después Alemania se negó a recibirlo.
En un comunicado institucional en Moncloa, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recordó a Marruecos que la relación bilateral se basa en el «respeto de las fronteras». y prometió firmeza ante «la llegada repentina de migrantes irregulares». En ese sentido, declaró que el Ejecutivo utilizará «todos los medios» para defender la «integridad territorial» y «procederá al regreso inmediato de todo aquel que haya ingresado ilegalmente».
El interior anunció el martes que enviaría 50 guardias civiles adicionales y que habría otros 150 agentes de la unidad de respuesta policial de la Policía Nacional «en alerta» en caso de que fuera necesario su traslado a la zona. Este despliegue se suma a los 1.100 soldados que ya están de guardia y los 200 que llegaron como primeros refuerzos, lo que permitió la activación de un «sistema de trabajo» para realizar retornos a las fronteras «las 24 horas del día». El ejército también se desplegó el lunes por la noche en la región., y participa en patrullajes conjuntos con la policía y la guardia civil. Hasta ahora, el dispositivo ha logrado expulsar a 4.000 de los “casi 8.000” migrantes irregulares de España, según fuentes del ministerio.
La intensidad de la crisis obligó al gobierno a incrementar sus contactos y movimientos. En la madrugada del martes, Sánchez se vio obligado a cancelar su planificado viaje a París, donde asistiría a una cumbre sobre ayudas económicas a África. Durante la mañana, discutió la situación con el Jefe de Estado, Rey Felipe VI, con quien también compartió las «líneas de acción que seguirá el gobierno» a lo largo de esta crisis. También se puso en contacto con el líder de la oposición, Pablo Casado (PP), para informarle de la situación.
Unas horas después, y con el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, Sánchez viajó a Ceuta y Melilla, donde se reunió con los presidentes de las ciudades autónomas y los delegados del gobierno. Mientras tanto, en Moncloa, la vicepresidenta Carmen Calvo presidió la primera reunión de la comisión de crisis creada con urgencia para el seguimiento de los hechos, a la que asistieron los ministros González Laya, Robles, Iceta, Belarra y Escrivá, así como el director del CNI. Al finalizar esta reunión de trabajo, Calvo advirtió que la «agresión» en las fronteras «no puede formar parte de las buenas relaciones con Marruecos», prometió que «todo volvería a su curso normal» y dijo que el gobierno está trabajando para agilizar los retornos «con la ley en la mano», dado que entre los migrantes «hay niños muy pequeños» y que los menores no pueden ser devueltos al frontera.
Sin embargo, el ejecutivo evita comentar por el momento sobre los méritos del conflicto y las causas de esta crisis, que parecen girar en torno a la recepción de Ghali. Marlaska dijo que «hay muchas circunstancias», tanto «socioeconómicas» como «estructurales» y derivadas de la pandemia. «Estamos haciendo un análisis de lo sucedido y tendremos cuidado en nuestras conclusiones», insistió el ministro, quien, al ser consultado por el líder del Polisario durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, no quiso valorar. «los temas» que «no afectan en absoluto o muy poco a la situación actual. En este Consejo, además, el gobierno ha dado luz verde para ayudar a 30 millones en Marruecos para la lucha contra la inmigración, una cantidad ya presupuestada pero aprobada ayer, explicó Marlaska.
Al igual que la ministra, la portavoz del Gobierno María Jesús Montero insistió en que las causas de la crisis son «múltiples» y que existen «diferentes elementos y factores» que podrían marcar «la intensidad» de la ola migratoria, y ante las preguntas de la prensa sobre Ghali, se limitó a decir que España “atiende a personas que tienen problemas humanitarios o que necesitan utilizar nuestros recursos”. aunque ni siquiera pronunció el nombre del líder del polisario, sobre el que pesa un caso abierto ante la Audiencia Nacional.
De hecho, el juez Santiago Pedraz decidió este martes reabrir un caso de genocidio contra Ghali, denunciado por la Asociación Saharaui para la Defensa de los Derechos Humanos. Estos trámites se suman a la denuncia de un ciudadano español de origen saharaui, que denunció las torturas en los campamentos del Polisario de Tinduf (Argelia). Pedraz convocó a Ghali, que ya dejó la UCI, a declarar el 1 de junio.
Marruecos: «Las acciones tienen consecuencias»
La embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich, aseguró por su parte este martes que en las relaciones entre países «Hay actos que tienen consecuencias y hay que responsabilizarse de ellos», en velada referencia a la decisión de España de brindar atención médica al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali.
Antes de asistir al llamamiento de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, el embajador marroquí insistió en que hay «actitudes que no se pueden aceptar» y añadió que las relaciones entre países vecinos y amigos deben basarse en la «confianza mutua, y deben trabajarse y nutrirse».
Finalmente, calificó de «insólita» la rapidez con la que fue convocado por el ministro de Asuntos Exteriores español. En esta reunión, González Laya expresó su «rechazo» y «repugnancia» por la afluencia masiva de migrantes en Ceuta y le recordó que el control de fronteras «ha sido y debe seguir siendo» responsabilidad conjunta de los dos países. También expresó el «deseo» del gobierno de «mirar hacia el futuro» y «evitar que tales actos vuelvan a ocurrir». Poco después de esta reunión, Marruecos convocó a su embajador a consultas para protestar por el viaje de Pedro Sánchez a Ceuta.