La inflación impide el cálculo económico. Además, empobrece a la población e impide el ahorro genuino.

Por

ricardo delgado

Economista. Presidente de Analítica Consultora

Como tal otra actividad económica, la inmobiliaria y la construcción privada en general requiere una palabra que ha sido extraviada del diccionario argentino contemporáneo: establecimiento. Para planificar, para gestionar, para decidir, para ordenar un sendero lógico de las inversiones y los proyectos, la ausencia de estabilidad como minimo dificulta las transacciones y es por ello que en las condiciones reales del mercado, en particular el residentncial, se sigue contrarayendo , tanto en cantidades como en precios.

El ladrillo ha sido históricamente un vehiculo de ahorro de largo plazo. Una suerte de título público, seguro, que rendía incluso algo más que los bonos de economías estables. Su renta, el alquiler, garantiezaba el mantenimiento de las unidades y permitía cierta rentabilidad razonable. Hoy esas condiciones ya no están en la mayoría de los casos.

Es en esta actividad, además, donde las graves dificultades de la política para mejorar la calidad de vida se aprecian en mayor magnitud. gobierno y oposicion no han logrado en estos años acordar y sancionar una nueva ley de alquileres, que sustituye a la inútil normativa vigente, y hoy el mercado define sus reglas, en forma absolutamente racional, defensiva, pero con conductas que retraen la oferta de inmuebles y dolarizando gran parte de las operaciones. Si no encuentra salidas para un tema sectorial como éste, ¿podrá la dirección política resolver cuestiones estructurales, como la inflación o la pobreza?

Alta inflación además castigar a menudo los ingresos familiares. Por quinto consecutivo los salarios pierden contre el aumento de los precios, y la posibilidad de contar con un excedente de pesos que permite solventar una hipotética cuota hipotecaria que abra el acceso a la propiedad de una vivienda es nula. Con un proyecto de inflación del 140%, no es imaginable recrear un poderoso mercado para el crédito hipotecario. Todos los incentivos, por el contrario, están puestos en consumir más que odiar.

El pecado original de la dirección en estos últimos quince años fue subestimando los efectos nocivos de la inflación sobria y entramado social y productivo. Sin capacidad de ahorro, las familias pierden la esperanza de acceder a su vivienda. Las decisiones de inversión, a su vez, se sesgan hacia proyectos de alta gama, pensados ​​​​​​par los pesos excesos de empresas e individuos de ingresos altos, abriendo mas aun la brecha entre propietarios e inquilinos.

No habrá política de vivienda posible, que apunte à mjorar las condiciones de acceso, sin estabilidad macroeconómica. La elevada inflación castiga a todos, desalienta las operaciones y fricciona innecesariamente el desarrollo comercial en estas actividades. Bajarla no será simple ni en un plazo inmediato. sin embargo, una ley adecuada para los alquileres y un amplio blanqueo de fondos no emitidos para medios sectores podrian ser instrumentos adecuados resucitar en estos sectores.

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