Temporada alta de bares políticos | España

Temporada alta de bares políticos |  España
Toni Cantó interviene en un acto de la campaña electoral de Isabel Díaz Ayuso el pasado mes de abril.Mariscal / EFE

Es una palabra recurrente en el debate parlamentario, y la mayoría de las veces, cuando se habla de “chiringuitos”, los parlamentarios no se refieren a la playa, sino que se acusan unos a otros de malgastar dinero público para invertir. Amigos o compañeros, por ejemplo, los que no tienen más asientos. El período inmediatamente posterior a una elección es su temporada alta.

Siempre que surge una nueva, como la Oficina de los Españoles en el gobierno de Madrid, resurge el debate, que va y viene como la promesa de cortar las urnas o convertir el Senado en «una verdadera Cámara Territorial». Se trata de un repaso de los colegios políticos u organizaciones dudosas creadas en los últimos años por distintas Administraciones.

«El chiriguito soy yo». Así se defendió Toni Cantó tras su controvertido nombramiento como director de la Oficina Española. «No hay más estructura», agregó. En el PP, más de uno le puso la mano en la cabeza, entendiendo que esta declaración era la prueba definitiva de que dicha entidad sólo había sido creada para darle un puesto tras la anulación por los tribunales de su candidatura a las elecciones de Madrid. El despacho que dirige no existía antes y su objetivo es «hacer de Madrid la capital europea de España». Algo que ya es. La elección de Cantó fue especialmente polémica porque, durante su estancia en Ciudadanos, se había erigido en un flagelo de «chiringuitos y de moda» y reprendía reiteradamente al PP y al PSOE por colocar a sus amigos y prescindir de la Meritocracia.

Isabel Díaz Ayuso se defendió atacando: «Me hablan de chiringuitos», dijo a la Asamblea, «los de los 23 ministerios, 764 asesores, dirección general de palancas 2030, prospectiva nacional y estrategia de país a largo plazo». , y lo mejor, la oficina española de bicicletas, no sé si porque dice una bicicleta y no una bicicleta, no la critican ”. Él, a su vez, recordó que el socialista Antonio Miguel Carmona había prometido en 2015 crear un «palacio de los españoles». En esta ocasión, el objetivo era convertir a Madrid en «la capital del español en el mundo». Él tampoco prosperó.

Abascal, director de dos entidades disueltas. También se le recuerda con frecuencia en el Congreso, Santiago Abascal, líder de Vox, su paso por la Fundación Mecenazgo y Patrocinio Social donde facturaba más de 82.000 euros anuales como director y cargo único. El propio Abascal llegó a reconocer años después, cuando la entidad ya estaba disuelta, que esto era «innecesario». Antes, el gobierno del PP le había nombrado director de la Agencia de Protección de Datos de Madrid, que fue abolida en 2012.

El precedente de Cantó. En 2005, José Luis Gimeno, del PP, abandona el Ayuntamiento de Castellón para dar paso a Alberto Fabra y ocupar el cargo de consejero delegado de Castellón Cultural para desarrollar el proyecto Ciudad de las Lenguas, un “centro educativo internacional” que fue para hacer de Castellón “la capital internacional de España”, como anunció el entonces presidente valenciano Francisco Camps. El complejo estaba presupuestado en más de 250 millones de euros y hoy solo queda en la memoria su querido modelo. Gimeno pasó tres años liderando el proyecto, que gastó alrededor de 200.000 en estudios hasta que finalmente fue abortado en 2013.

Santiago Abascal, el pasado mes de abril en el Congreso.
Santiago Abascal, el pasado mes de abril en el Congreso. EUROPA PRESSE / E. Vine. PISCINA – Eu / Europa Press

Agua, progreso y zombies. La Fundación Agua y Progreso, creada por la Generalitat Valenciana del PP para impulsar el traspaso del Ebro a tierras valencianas, también fracasó. Su personal estaba formado principalmente por activistas y funcionarios populares. Recibió más de siete millones de euros en subvenciones y fue liquidado en 2011. Hasta entonces fue muy criticado por la oposición, como la fundación Jaume II el Just, que pretendía recuperar el monasterio de Valldigna. Allí empezó a cobrar comisiones para el PP Marcos Benavent, según dijo él mismo cuando se arrepintió y atribuyó su presunta implicación en varios casos de corrupción a convertirse en «adicto al» dinero. Era un trabajador zombi, sin tareas conocidas. La fundación fue desactivada dando como resultado una deuda de 10 millones de euros.

El ex alto funcionario valenciano Marcos Benavent tras declarar ante el tribunal.
El ex alto funcionario valenciano Marcos Benavent tras declarar ante el tribunal. kai försterling (efe)

También estuvo aparcada la Fundación CiCAL (Centro de Investigación del Conocimiento para la Administración Local), impulsada por José Manuel Orengo, exalcalde socialista de Gandia y exasesor del presidente de Valencia, Ximo Puig. Ciudadanos, en la época en que Cantó era congresista, se mostró particularmente beligerante con esta entidad presentada en 2017 y a la que calificó de “chiringuito”. Tras el alboroto por darse a conocer, Orengo abandonó el proyecto poco después de su nacimiento y se fue a trabajar para una empresa privada.

«Administración paralela». Así llaman el PP y los Cs lo que encontraron cuando llegaron a la Junta de Andalucía en 2019 tras casi cuatro décadas de gobiernos socialistas. En dos años y medio, eliminaron 59 entidades o las integraron en otras. Entre las fundaciones más controvertidas del panorama socialista, destacó la Faffe (Fundación Andaluza para la Formación Laboral), disuelta en 2011, y que acumuló un gasto sin justificación por 55,6 millones, según un informe de la Cámara de Cuentas de Andalucía. a su exdirector Fernando Villén por haberse gastado 31.969 euros con el carnet oficial en burdeles, así como a decenas de contratos adjudicados en mano por 9,4 millones de euros a personas vinculadas al PSOE. El ex alcalde de Lebrija (Sevilla) Antonio Torres trabajó junto a Villén, pero sin acudir supuestamente a su trabajo, según la Guardia Civil, a pesar de lo que recibió 535.000 euros.

Cataluña, 359 entidades públicas. El debate sobre los «chiringuitos» también ha sido recurrente en Cataluña, especialmente tras la aparición de los usted paga. En 2011, el PP pidió al Gobierno que aligerara la administración y, a partir de 2012, los C empezaron a acusar al ejecutivo catalán de crear organizaciones satélites para colocar a sus «amigos». El PSC publicó el pasado mes de marzo un informe en el que criticaba que la Generalitat cuente con 359 entidades públicas, 102 más que Andalucía -la segunda del ranking- y 203 más que la tercera, el País Vasco. Cataluña es la comunidad con mayor extensión de la administración pública en cuanto a altos cargos. Los socialistas admiten que es normal que tenga un gran número de organizaciones porque tiene su propio idioma y su propia cultura, pero instan a «evitar la duplicación». Durante la campaña, Cs estimó la inversión en chiringuitos catalanes en 900 millones de euros.

Falta de registros. En 2012, el presidente gallego Alberto Núñez Feijóo proclamó la austeridad y abolió las 34 fundaciones regionales creadas por Manuel Fraga. La Xunta despidió a los trabajadores temporales pero terminó trasladando a los trabajadores permanentes, incluida la mayoría de los exgerentes, a otros chiringuitos. Entre estos directivos, al menos media docena de puestos de PP se han integrado en puestos creados para ellos en las oficinas de empleo.

En los últimos años, el Consejo de Cuentas (órgano supervisor del sector público gallego) ha destacado que si bien la Xunta ha cerrado algunos chiriguintos, ha abierto otros. Durante la última década, el presupuesto para pagar los sueldos de los cargos de estas entidades se ha incrementado en un 60%. El Consejo de Contabilidad también censura que la Xunta obstaculice el control de los chiringuitos al no crear el registro al que la Xunta estaba obligada por ley en 2012.

Y entrenamiento. Ciudadanos prometió durante la campaña de 2019 que eliminaría las 16 entidades públicas de Castilla y León, pero una vez en el poder con el PP, solo quitó una, la Fundación Ancla. Uno de los casos de reasentamiento más importantes en esta comunidad es el de Soraya Mayo. En 2019 aspiraba a ser diputada ciudadana nacional, pero no lo logró y se integró en el Instituto Tecnológico Agrario de la comunidad como subdirectora de investigación y tecnología, a pesar de ser periodista de formación. La oposición denuncia que las fundaciones no rinden cuentas a la Cámara.

Con información de: Ferrán Bono, Javier Martín-Arroyo, Àngels Piñol, Cristina Huete y Juan Navarro.