US Open 2023: Alcaraz divierte y se divierte hacia los cuartos | Deportes

Sale respondón el joven Matteo Arnaldi, pensando seguramente que tiene poco que perder y que ya se ha llevado el premio que buscaba desde que analizó el cuadro, que no era otro que medirse con Carlos Alcaraz para cerciorarse de que esa bola que viene es tan arrolladora como se cuenta. Lo comprueba rápido. En el primer punto ya emprende una aventura en la red, pero la réplica –un pasante cruzado de derecha que le afeita el costado– le deja muy claro dónde está y a quién se enfrenta. El español es todo lo que él soñaría ser: velocidad, control, potencia, desparpajo, autoridad. El tenista superlativo que probablemente diseñaría hoy día la Inteligencia Artificial. De modo que lo que acontece es entretenido, pero unidireccional. Son dos realidades distintas: 6-3, 6-3 y 6-4, en 1h 57m.

El italiano le imita. Envuelve con la derecha, tira con profundidad el revés, carga cuando puede con osadía. Lanza globos, prueba la dejada, busca las líneas. Todo lo intenta, pero al otro lado de la red hay un adversario que pese a los vendajes de los muslos (preventivos) y a tener dos años menos, resuelve con el oficio de los veteranos. Pendiente siempre del espectador, Alcaraz le deja hacer y juguetea, sabiendo que tiene la situación absolutamente controlada incluso cuando en el transcurso del tercer parcial, concede un break, la única puerta que abre. Ni se inmuta el español. Serio, se enmienda y procede para sentenciar el acceso a los cuartos de final, estación que ya se ha convertido en una constante y que en este luminiscente curso de la consagración suena a mero lugar de paso.

De hecho, se debe retroceder hasta julio del año pasado para dar con la última vez que Alcaraz no franqueó la barrera. Sucedió en Wimbledon, donde Jannik Sinner le cerró el paso. A partir de ahí, dos dentelladas –US Open y Londres– y las semifinales firmadas en Roland Garros, con la ausencia de Australia como excepción. Consciente de su poder, el murciano ejerce ya de soberano y aunque los partidos puedan plantearle curvas, casi siempre sale airoso. Su libreto se enriquece y su despliegue es cada vez más intimidatorio. Consiguió desestabilizarle durante un rato Daniel Evans en la ronda anterior, pero Arnaldi es poco más que una agradable transición hacia la hora de la verdad.

”La intensidad ha sido muy buena de principio a fin”, resumirá a posteriori; “ha sido un partido sólido, con pocos errores [22], yendo a la red [27 aciertos en 37 aproximaciones]… La actuación, en general, ha sido muy buena”.

Desprende Alcaraz la sensación de jugador hecho, pero con un generosísimo margen de progresión. Pese a sus 20 años ya ha aprendido a manejar los tiempos de los torneos, de modo que acelera o se impone la pausa según le interese. La lesión de Dominik Koepfer le permitió contemporizar en el estreno; a Lloyd Harris lo liquidó por la vía rápida; cuando debía cortarle las alas al inglés Evans sacó el cuchillo; y frente a Arnaldi –61º del mundo, primerizo en el territorio de los Grand Slams– evita que la historia se dilate porque cualquier brizna de combustible será necesaria en la cita del miércoles, ya contra un rival de envergadura, bien sea Jannik Sinner o Alexander Zverev –citados esta madrugada en la sesión nocturna–.

En todo caso, el de El Palmar es garantía de entretenimiento. Bajo el techo cerrado de la central alucina otra vez el baloncestista Jimmy Butler, boquiabierto cuando el murciano traza una volea deliciosa, y el público de la Arthur Ashe disfruta de un pulso en el que el italiano –concienzudo en la preparación y admirador de Novak Djokovic– fantasea durante un par de horas en las que juega a ser como Alcaraz. Resulta que Alcaraz solo hay uno, y que ahora mismo compite en otra dimensión. La de los elegidos. Desde que lo hiciera Andre Agassi (1988-1990), ningún menor de 21 años accedía a la antepenúltima ronda del torneo en tres ediciones consecutivas.

“Bravo Matteo, bravissimo”, le felicita al de San Remo como si fuera un hermano pequeño. “He jugado un partido muy sólido, estoy concentrado en jugar así todos los partidos”, valora antes de retirarse al vestuario, barruntando ya la siguiente embestida.

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