Violencia represiva en Colombia renueva llamado a reforma policial | Internacional

Violencia represiva en Colombia renueva llamado a reforma policial |  Internacional
Manifestantes frente a la Fiscalía, custodiados por policías, en Bogotá.STRINGER / Reuters

El abuso policial documentado en videos que inundan los teléfonos celulares todas las noches ha vuelto a provocar indignación en Colombia. Con más de una veintena de muertos sobre el asfalto en varias ciudades del país tras diez días de movilizaciones contra el gobierno de Iván Duque, ha resurgido el aplazado debate sobre una reforma policial. Abundan las voces a favor de encontrar fórmulas para reconstruir la confianza rota.

Los informes de abusos policiales en Colombia han sido frecuentes incluso en medio de medidas de contención para hacer frente a la pandemia de coronavirus, un malestar que se ha acumulado desde la primera ola de protestas contra Duque a fines de 2019. Alrededor de este tiempo, un proyectil del escuadrón antidisturbios móvil de Esmad mató Dilan Cruz, estudiante de secundaria, durante una protesta pacífica en el centro de Bogotá.

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En la madrugada del 9 de septiembre se produjo el asesinato del estudiante de derecho Javier Ordóñez bajo custodia, torturado por dos patrulleros que previamente lo habían sometido a incesantes choques de Taser A pesar de sus llamamientos, desató la ira pública. Este crimen, cometido dentro de un Comando de Acción Inmediata (CAI), provocó dos noches caóticas de disturbios en Bogotá, que a su vez desató nuevos y graves abusos, con un saldo de 13 muertos. La alcaldesa de la capital, Claudia López, ha pedido públicamente al presidente Duque que lidere un profundo proceso de reforma policial. El gobierno respondió con una defensa cerrada de la policía y el propio duque se fotografió con una chaqueta policial para mostrar su apoyo.

En esta nueva ronda de movilizaciones, que comenzó el 28 de abril, hay al menos 27 muertos, según la Defensoría del Pueblo. Human Rights Watch, por su parte, recibió 36 informes de muertes durante las protestas. Solo en la capital, el martes por la noche, casi un centenar de heridos resultaron heridos y una multitud intentó prender fuego a un CAI con policías que lograron escapar. Las relaciones crecen cada noche y la crisis de confianza es palpable. En el último estudio de Invamer, de febrero, el 55% de los consultados tenía una imagen desfavorable de la policía.

Las violaciones de derechos humanos cometidas durante las manifestaciones muestran que la intervención “sistemática, arbitraria y violenta” de uniformes en las manifestaciones sigue existiendo y se ha agravado, subraya el think tank Dejusticia. Junto a otras organizaciones, solicitaron al Tribunal Supremo que declare una violación a lo ordenado por el Tribunal Superior en sentencia del 22 de septiembre. El tribunal dictaminó que el Estado reprime «de manera sistemática, violenta, arbitraria y desproporcionada» las protestas de los ciudadanos y, en esa decisión, ordenó al gobierno, entre otras medidas, no estigmatizar la protesta social.

Los múltiples episodios de uso excesivo de la fuerza también ocurren en un momento de transición, cuando Colombia intenta pasar página a la violencia asociada a más de medio siglo de conflicto armado con las guerrillas fallecidas de las FARC. Las denuncias dieron lugar a la decisión del Tribunal Especial para la Paz, el tribunal encargado de juzgar los crímenes más graves ocurridos durante la guerra.

«La justicia transicional se caracteriza, entre otras cosas, por la no repetición de las violaciones ocurridas durante el conflicto armado colombiano, en cualquiera de sus manifestaciones», declaró la JEP durante un llamamiento, con el apoyo de la ONU y de la internacional . Comunidad, «para promover una reforma profunda de las Fuerzas Armadas del Estado colombiano». El tribunal llamó a la sociedad colombiana a tomarse en serio el proceso de transición que debe llevarla a «reemplazar y exigir que sea reemplazada la violencia por otras formas de resolución de conflictos».

El estallido de violencia agitó el debate. «En las últimas semanas hemos recibido informes alarmantes de abusos policiales, incluido el uso indiscriminado y homicida de armas, detenciones arbitrarias y golpizas», dijo a EL PAÍS José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch. Entre otras cosas, la ONG corroboró que los hombres uniformados utilizaron tanques con varios lanzadores de proyectiles dirigidos a manifestantes, en un comportamiento que no habían visto antes en América Latina.

“Durante las protestas que tuvieron lugar en 2019 y 2020, la policía y Esmad ya habían mostrado sus fallas estructurales en el control de las protestas de una manera que respeta plenamente los derechos humanos de la población. Ante las graves violaciones cometidas, parece urgente la discusión sobre una reforma policial ”, dijo Vivanco. “Colombia debe tomar medidas urgentes para tener una policía civil, que esté subordinada al Ministerio del Interior, y no al Ministerio de Defensa, y que cuente con una formación adecuada en el uso de armas y controles estrictos que ayuden a prevenir los abusos”. detalles.

“Por supuesto que hay temas de formación”, dice María Victoria Llorente, directora de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), “pero creo que tiene más que ver con temas de cultura institucional, con mecanismos de control y liderazgo. Civil». «Están en pie de guerra, y este es un terreno muy fértil para teorías locas como la revolución molecular disipada», advierte Llorente, refiriéndose al término que el expresidente Álvaro Uribe, mentor político de Duque, ha difundido en las redes. El expresidente también defendió el derecho de la policía y los militares a utilizar armas en las protestas, lo que generó tensiones.

La reubicación institucional de la policía o la creación de una fuerza intermedia, como una guardia civil o una gendarmería para garantizar una mayor seguridad en las zonas rurales, son alternativas a considerar, argumenta la FIP en un documento sobre la crisis pública. Obligar. Pero el contexto de polarización impide que se produzca una discusión tranquila y suficientemente calificada tanto dentro como fuera de la policía. Entre varias ideas, la FIP propone que la policía esté abierta a la participación y control de la sociedad civil.

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