¿Y mañana? | Fútbol | Deportes
Ya tenemos a España clasificada para la Euroco 2024 y nos parece una trivialidad, como si las fases de clasificación fueran un mero trámite, una forma de llenar las arcas de las federaciones y de que las televisiones se repartan el pastel de los derechos entre los de las Ligas nacionales, las competiciones europeas y esta última de selecciones nacionales. Cuando Johan Cruyff llegó como entrenador al Barça en 1988 le pidió a José Luis Núñez y a su mano derecha Joan Gaspart que eliminasen el sistema de bonus por títulos que había costado Dios y ayuda implementar y que se volviese al sistema antiguo de primas por partidos ganados. Y el genial Cruyff, cuando llegaban esos partidos poco motivadores en medio de grandes partidos de Champions, entonces Copa de Europa, solía acabar su escueta charla con un: “Bueno chicos, estos partidos están ahí solo para que el club nos pague la prima”.
Siento que algo de eso nos está pasando últimamente, no lo de la prima, sino el dar por descontado que el partido lo vas ganar o que la clasificación va a ser conseguida. Tal vez sea porque España es la única selección con Alemania que ha estado en todos los últimos grandes eventos del balón y eso siempre crea esa confianza de que, aunque algo salga mal en Glasgow, como mucho sufrirá el seleccionador, pero nosotros estaremos en la Eurocopa. Tal vez sea porque los grupos de selecciones son cada vez más amplios y la fase de clasificación se ve como un mero trámite, quedando lejos aquellos tiempos en los que solo ocho equipos jugaban la fase final de la máxima competición de selecciones europeas y cuando llegabas allí todo era complicado. Si llegabas, claro, que nosotros nos quedamos fuera en 1992 eliminados por una Francia que olía a campeona y se tuvo que volver en la primera fase.
Algo de eso tiene también este primer sorteo de Copa del Rey que se ha producido entre semana y que se ha celebrado en algunos clubes como si les hubiera caído el Gordo de Navidad. Son estos partidos de entre semana, esas trampas en las que cada temporada algún aspirante a disputar, por lo menos, las semifinales, se ha dejado sus plumas cuando todo parecía que no eran más que trámites. Partidos farragosos, pero al final ganados por los favoritos de Primera y que acaban con fiesta mayor del equipo de casa cuyos jugadores celebran el inesperado triunfo mientras piden las camisetas de aquellos que se retiran sin ganas de permanecer un minuto más en ese césped artificial y en esa loca algarabía jubilosa.
Que extraña sensación es esa en la que, cuando eres el favorito y solo vale ganar, te subes en el autobús, tren o avión de vuelta, te sientas y respiras hondo recordando lo mal que lo has pasado para ganar uno de esos partidos y que al día siguiente nadie va a recordar ni valorar y solo estarán pendientes del siguiente sorteo, del siguiente rival, del siguiente escalón.
Por tanto, y como hay que vivir al día, habrá que desearles suerte a todos lo que inician la competición de Copa y saber que la opción de soñar está abierta para todo el mundo. Y felicitemos a la Roja por su clasificación para la Eurocopa de Alemania sabiendo que quedan dos partidos para acabar como cabeza de serie del futuro sorteo, aunque visto el lío que hay para ese asunto uno ya no sabe si es mejor ir en el segundo bombo con tal de que alguien te garantice que de esa forma no vas a acabar en el grupo de la muerte que surge siempre y en el que nadie quiere caer. Aunque como nos enseñó Argentina en el Mundial, puedes perder el primer partido contra Arabia y acabar como campeón del mundo.
Uff, que fácil es eso de ganar siempre que sea otro el que lo tenga que hacer.
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